Almería

Talleres Oliveros y ASAFAL

Organizada por la Asociación de Amigos del Ferrocarril, el patio de Diputación acoge hasta el día 30 a "Almería Industrial. Memoria Fotográfica de los Talleres Oliveros", una de las más interesantes y evocadoras muestras de temática local de los últimos tiempos. Constituida en enero de 1998, ASAFAL nació con "el ánimo de agrupar a todas aquellas personas interesadas por el mundo del ferrocarril, en cualquiera de sus múltiples facetas". De fomentar y dar a conocer las ventajas del insustituible transporte de arrastre; imprescindible en el s.XXI como crucial herramienta de crecimiento socioeconómico. Forma parte de la Federación Española de Amigos del Ferrocarril y de las almerienses Mesa del Ferrocarril y plataforma CALIFAL. En cumplimiento de sus fines estatutarios, es una potente "locomotora" reivindicativa del sangrante desprecio del gobierno Popular por el mantenimiento y desarrollo ferroviario provincial. Un día sí y otro también los vemos exigiendo la llegada de un AVE sin "recortes" o la recuperación integral de la Estación, uno de los más armónicos y bellos inmuebles capitalinos, con una fuerte carga sentimental añadida; aunque incomprensiblemente desprovista de la debida catalogación de BIC por parte de la Junta de Andalucía. De enorme potencial turístico y lúdico, sigue exhibiéndose ruinosa pese a las reiteradas promesas de rehabilitación, olvidadas tras la "foto" y titular de prensa del oportunista político de turno. Como contenedor cultural sería un acierto trasladar hasta aquí la exposición permanente que ASAFAL dispone en su alejada sede social del paraje La Pipa: documentos y fotografías, biblioteca, interesantes piezas etnográficas y sus maquetas rodantes, con locomotoras y formaciones completas de trenes en circulación. ¡Auténticas joyas miniaturizadas!, créanme.

Con Antonio Oliveros Ruiz, su último propietario, en los años 70 se clausuraron los Talleres

MARIDAJE CON LA INDUSTRIA Y RENFE

Ahora nos sorprenden gratamente con el revival de un emporio industrial anclado en el recuerdo. Al amparo de la línea Almería-Linares, Talleres Oliveros se convirtió en la mayor industria metalúrgica en la provincia: por volumen de negocio, diversidad de pedidos atendidos y número de obreros empleados. Nacido en Gualchos (Granada) en 1850, Francisco Oliveros Jiménez llegó a Almería en el último tercio del s.XIX como perito mecánico de la Fundición Sierra y Romero, en los Llanos de Pescadería. Independizando de estos, en 1880 fundó junto a un socio capitalista la razón empresarial "Francisco Oliveros y Cía.", estableciéndose en una parcela de 4000 metros/2 frente a la playa, en el Espolón del barrio de Las Almadrabillas. Paralelamente, en calle Marín pusieron en marcha una fábrica de chocolate, "La Moderna", de vida efímera.

Muy pronto su horno de conversión de hierro y bronce comenzó a elaborar maquinaria para la industria local, minería y obras públicas; reparación de buques y, por encargo del Municipio, mobiliario urbano: bancos, rejas, urinarios, cañillos, etc. Sin desatender una faceta artística escasamente subrayada: a Oliveros debemos la estatua de La Caridad (la primera de todos), el Discóbolo del parque Nicolás Salmerón (donado por la propia empresa), las "mariposas" que coronan el edificio al que dan nombre en Puerta de Purchena o -en la posguerra- distintas campanas para iglesias y la catedral. Sin embargo, no me consta que el hierro utilizado en la construcción del Mercado Central procediese de sus hornos; sí las marquesinas de comercios en el Paseo incorporadas por los arquitectos López Rull y Cuartara Cassinello.

Casado con María Ruiz, fueron padres de tres varones y tres féminas. En mayo de 1899 es nombrado vocal de la Cámara de Comercio y concejal por el Partido Conservador (silvelista); presidiendo la Junta del Censo Electoral y la de Reformas Sociales. Víctima de una afección cardíaca, Francisco Oliveros Jiménez falleció el 10-II-1911 y el negocio recayó en su hijo Francisco (secundado por su hermano José), asesinados ambos el 18-IV-1938 en el campo de trabajo republicano de Turón (Granada), donde estaban recluidos. Durante la gerencia del primogénito la superficie ocupada creció espectacularmente hasta los 50.000 metros/2; gozando de una esplendorosa segunda etapa merced a los primeros encargos para la fabricación de vagones. Disponía de un ramal-apeadero de los Ferrocarriles del Sur de España desde la Estación y se anunciaba regularmente en los periódicos: "Francisco Oliveros, S. A. Talleres constructores mecánicos. Fundición de hierros y metales. Especialidades en armaduras y puentes metálicos y vagones". Así, en octubre de 1929 probaron con éxito tres coches de viajeros con destino a la Compañía de Ferrocarriles de Lérida a Balaguer; entrega inicial de un lote de seis conseguidos en concurso público. Además de otros de parecidas características para la Compañía del Estado del Oeste y 50 vagones de mineral de hierro de gran tonelaje por encargo de la Cía. Andaluza de Minas, por los que recibió merecidos plácemes. Durante la guerra civil siguió funcionando como abastecedora de la legalidad republicana, controlado por un consejo obrero metalúrgico.

Concluida la contienda la empresa regresó a manos de su legítimo propietario, penúltimo hijo de la nutrida prole, Antonio Oliveros Ruiz (Almería, 1900). Muy a su pesar ya que su auténtica vocación era el ejercicio de la Medicina, para la que en 1923 se había licenciado con brillantes notas en la Facultad Granada. Profesión que no obstante compatibilizó con el ejercicio de la política en el partido de Azaña, amén de su responsabilidad como alcalde de la ciudad y de máximo accionista de una razón social que en los años cuarenta iniciará una fructífera tercera etapa con la reparación de coches y vagones de tren dañados durante la guerra -o de nueva factura-, coordinados con Constructores Españoles de Material Móvil. El madrileño diario ABC publicó en enero de 1947 un significativo artículo. En síntesis: dos mil doce unidades reparadas, con una media de ochenta mensuales; y en curso de ejecución, totalmente nuevos, setenta vehículos. Y su obra señera, escasamente publicitada: la ejecución de buena parte del cargadero de la Compañía Andaluza de Minas (Cable Francés), orgullo de la firma almeriense que consiguió el contrato en competencia, nuevamente, con casas extranjeras de probada tecnología. Ello les llevó a contratar a un millar de empleados en los diferentes talleres especializados. Por causas no suficientemente aclaradas, Oliveros sufrió un devastador incendio en 1973, ya en sus nuevas instalaciones de Cta. de Sierra Alhamilla. Su propietario decidió no reemprender la tarea empresarial y con el tiempo su solar fue ocupado por las edificaciones que conforman el barrio residencial y administrativo de igual nombre. Antonio Oliveros, casado con María Núñez Quesada, falleció en Madrid el 10-I-1974. Por encargo del IEA incluí su semblanza personal y profesional en el Diccionario Biográfico del instituto de estudios locales, a cuya edición digital remito.

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