Cinco llagas

Hace frío en la cola

  • La presidenta tiene un guión de precampaña. Parece que hemos entrado en una larga precampaña electoral de dos años. Díaz tiene un guión: izquierda, rigor, diálogo, mano tendida...

Juan Manuel Moreno Bonilla, durante su intervención ayer en el debate parlamentario.

Juan Manuel Moreno Bonilla, durante su intervención ayer en el debate parlamentario. / Jose Manuel Vidal / Efe

La sesión de control a la presidenta en el Parlamento perdió ayer el vertiginoso carácter de reality televisivo que había tenido en el debate extraordinario de hace dos semanas. Aunque a Susana Díaz se la sigue viendo incómoda en la cola. Ya saben, ella dijo que estaría en la cabeza o en la cola, donde la pusieran los compañeros del partido. Pero en la fila 12 del congreso socialista hace frío o hasta una hilera de personas que esperan su turno puede acercarse cualquier espontáneo, como ayer Moreno Bonilla, para recordarle que ha fracasado en su asalto a la jefatura nacional del PSOE. Fue la única alusión al asunto que ha condicionado la política andaluza durante todo este curso. Ahora hemos entrado en otra fase que se antoja larga; una eterna precampaña que durará dos años, si no hay adelanto electoral.

El intercambio dialéctico de ayer con el jefe del PP fue lo más vibrante de una jornada tirando a sosa. Sosa, pero no insustancial; lo más interesante del debate salió del diálogo con Juan Marín (C's) y con Antonio Maíllo (IU), muy correctos los dos, cada uno en su estilo. Marín que siempre masca las palabras y juega sus bazas con una extraña suficiencia, como si tuviera las cartas marcadas y no le importase que todo el mundo se percate de su ventaja.

Maíllo fue al grano de la renta mínima de inserción social, sin atajos ni vendettas; ha enterrado el hacha de guerra tras desistir la presidenta en su opa hostil sobre Valderas. Ayer salvo una leve alusión al "trilerismo político" no hubo agresividad en su intervención. Díaz debió agradecer el perfil académico del profesor Maíllo, porque cuando pasa al ataque la suele dejar en precario. Al jefe de IU le parece poca la ayuda de inserción social. Y ella le recalcó que las prioridades de su gobierno son las mismas que cuando estaba IU, para recalcar la pieza fundamental de su guión de precampaña: que tiene un equipo de izquierdas. A lo largo de la sesión desgranó otras, como su rigor, su capacidad de diálogo y su mano tendida... Un elemento que no es del guión, pero le sale sin querer, es el Yo. En su discusión con Maíllo hizo uno antológico: "he dialogado, he negociado, he llegado a acuerdos". Nunca "hemos", como si fuese un Gobierno unipersonal.

Cometió Moreno un error muy habitual en Ciudadanos: atribuirse en exclusiva un mérito extraordinario por cualquier cosa importante que haya pasado en la política regional. En este caso el cambio de Gobierno. Se felicitó de haberle aconsejado una remodelación gubernamental hace quince días y que la abordase al día siguiente. Ella, en uno de los pocos momentos atrevidos que se permitió, intentó por dos veces ridiculizar la importancia de su rival y de sus consejos, con mucha retranca, pero sin la eficacia de sus buenos tiempos.

Podría el presidente del PP andaluz haberse limitado a reprocharle que defendiera a capa y espada a su gabinete en el debate sobre política general, para cambiarlo 33 horas después. Pero no, allá que fue Juanma a ponerse la medalla de chocolate, celebrando que le hiciera caso y cambiase medio gobierno. Y se ganó la rechifla de Susana. También podría haberle recordado que ha tenido tres consejeros de Salud, tres de Educación y tres de Agricultura en los escasos cuatro años que lleva presidiendo la Junta, pero prefirió darse importancia. Estas cosas le quedan ampulosas y plúmbeas y le hacen perder eficacia.

El jefe de los populares le dio una pequeña vuelta a su catálogo de quejas antes de abordar su pregunta del día. Hubo una coyuntural, la falta de climatización en los colegios, y una clásica, la eliminación del impuesto de Sucesiones. En este punto se le ve celoso de Ciudadanos, que le puede robar la merienda en este impuesto. Marín y Díaz escenificaron un diálogo que parecía tan guionizado como las entrevistas de algunos programas de entretenimiento en la televisión. En resumen, que este año se le dará otro recorte al impuesto de sucesiones para que afecte más a la clase media.

Moreno utilizó varias descalificaciones marca de la casa: la presidenta sigue desmotivada y el cambio de gobierno no es más que una patada hacia delante. Y sobre la política hidrológica regional, se quejó el jefe de los populares de que la Junta no acuerde con él un pacto andaluz por el agua. En estas ocasiones Díaz adopta una defensa siciliana. Le echó en cara que el PP estuviese contra la transferencia del Guadalquivir y le recordó que dos tercios de las cuencas andaluzas son competencia estatal.

Susana le sacó como antídoto los presupuestos generales del Estado, con una reducción del 36% en las inversiones en la región; asunto que suele dejar siempre mudo a Juanma. Eso sí, la jefa socialista no rehúye nunca la pelea y contestó al desdén de su contrario con sus mismas armas; que si tiene un barullo en la cabeza, que si se confunde con las fantasías sobre su propio futuro, y que la política de aguas de Madrid no es la suya, en alusión a la operación Lezo y al presunto expolio del Canal de Isabel II por dirigentes del PP madrileño.

Cuando Moreno se pone nervioso, empieza a decir compulsivamente ¡señora Díaz! El día en que deje de rematar todas sus frases con ese señora Díaz tendrá casi el doble de tiempo en su turno. Ya no la mira de abajo hacia arriba, pero ahora la pregona todo el rato. Ayer, en la enésima mención a su rival le dijo señora sía; se le había rayado el disco. Con este soniquete fue arreándole a su adversaria. Le recordó que la gestión del Guadalquivir durante tres años fue un desastre colosal, y que no fue el PP, sino el Tribunal Constitucional quién le quitó la gestión exclusiva a Andalucía. (Por cierto, a instancias del gobierno socialista de Extremadura). El remate de Juanma fue desdeñoso: le dijo que era buena con las bromas, los chascarrillos y el corto plazo, pero no sabía gestionar o planificar. Él le dijo que se serenase y entraron en bucle; ella le contestó que se calmase y se relajase. Y sacó el puñalito: le habló también de Peter Pan, poniéndolo de adolescente e inmaduro. Y uno concluye que no se llevan bien. Y que eso tiene poco remedio.

La otra confrontación hosca del mediodía fue con Teresa Rodríguez, que vino con la espada de fuego a censurar "los privilegios de la clase política". Aquí la presidenta se decidió por el ataque puro y duro. Se lo había traído preparado de casa: la propuesta de los anticapitalistas de Podemos a favor del referéndum incondicional por la independencia de Cataluña. "Eso tiene consecuencias para Andalucía", le espetó. Donde Teresa hablaba de alquileres, dietas y kilometrajes más que generosos para la clase política, Susana veía un descrédito a los representantes legítimos del pueblo andaluz, una descalificación de la democracia, que es la garantía de las libertades y la igualdad. "Y fuera de la democracia y las normas es la ley de la selva", remató. Díaz le tiene cogida la medida a Rodríguez y siempre se viene arriba en su turno, después de que antes haya dormido el debate el paciente Juan Marín con su ritmo cansino.

Los cuatro oradores iban sin corbata: Moreno y Jiménez con chaqueta, y Maíllo y Marín en mangas de camisa. Han llegado los calores y el verano a Cinco Llagas. Pero en las colas hace frío. También en la de los aspirantes a suceder a la actual presidenta, entre los que ya se nota cierta inquietud. De precampaña.

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