Crónica personal

pilar Cernuda

A la desesperada

NO hace el mismo análisis que el resto de los mortales sobre el resultado de las elecciones en el País Vasco y en Galicia del pasado domingo, como ocurrió cuando perdió las generales con los peores datos jamás obtenidos por el Partido Socialista Obrero Español. Pedro Sánchez no es de este mundo, no acepta que ha sufrido un fracaso monumental y achaca sus problemas a que no existe unidad en el PSOE y a que Mariano Rajoy bloqueó su posibilidad de que pudiera haber un Gobierno de cambio en la minilegislatura.

Cuando pronuncia la palabra bloqueo no admite de ninguna manera que él sea el responsable de que llevemos diez meses con un Ejecutivo en funciones, sino que la culpa es del presidente del PP, que representa el partido de la corrupción, pactó con los nacionalistas la Mesa del Congreso, no sabe leer los resultados electorales, etcétera...

Pedro Sánchez, a la desesperada, está volviendo del revés al partido socialista. De momento, su actitud ha provocado la ruptura del pacto al que había llegado Emiliano García Page con Podemos. ¿Y con la formación morada pretende el secretario general socialista conformar un Gobierno "progresista y de cambio"? ¿Y con Ciudadanos, que tras el resultado de junio decidió cambiar de cromos y cuyo máximo dirigente no para de decir que a los independentistas ni agua?

Por cierto, a pesar de su insistencia, los periodistas no lograron arrancarle a Sánchez una sola frase que indicara que de ninguna manera pactaría con los independentistas, que era el mandato del Comité Federal, un cónclave hacia el que no demostró excesivo respeto, pues anunció la convocatoria de un Congreso y de unas primarias sin consultarlo previamente con dicho órgano, cuyo poder estatutariamente está por encima del poder del secretario general, y al que mencionó con cierto desdén cuando dijo que la votación en ese comité, a favor del Congreso, "saldrá adelante", como si se fumara un puro ante las declaraciones contrarias de la mayoría de los dirigentes regionales. Llegaba muy crecido de la reunión de la permanente del partido, donde no se atrevieron a echar abajo su propuesta de convocar un Congreso.

Los dirigentes regionales demostrarían escaso coraje si no paran los pies a su líder después de cosechar tantos fracasos ininterrumpidos, tomarse sus decisiones a título de inventario y poner fórmulas sobre la mesa que le garanticen su continuidad en la Secretaría General aunque el partido, bajo su mandato, se encuentre en una situación crítica. Utiliza Sánchez la falta de coraje para ganar posiciones en el partido aunque pierda votos en la calle.

Cuando otros, en sus circunstancias, estarían muertos y enterrados, él se saca de la manga unas primarias que puede ganar con el apoyo de los militantes, y un Congreso al que se presentaría como candidato con el respaldo de la militancia -a ver quién es el guapo que desautoriza a la militancia- y se mantendría al frente del partido durante tres años más sin que nadie le tosa.

¿Dónde está el nervio que ha caracterizado siempre al PSOE?

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