Ryuichi Sakamoto | Opus | Crítica

Ars longa, vita brevis

Es este un documento de últimas voluntades, un concierto íntimo sacado de las debilitadas fuerzas de un cuerpo que se apaga, una mirada retrospectiva y despojada a una trayectoria musical de más de cuatro décadas en los días postreros de la existencia y con plena conciencia del final.

En Opus, Neo Sora sienta a su padre al piano apenas unos meses antes de su muerte (el 28 de marzo de 2023), y lo hace en una sala de conciertos repleta de micrófonos, apenas iluminada, casi en penumbra, dispuesto a filmar el sonido y su vibración, la respiración de un piano tocado por unas manos huesudas que presionan cada nota a sabiendas de que tal vez será la última vez que lo hagan.

Fiel a su imagen austera, discreta y elegante, con las huellas de la enfermedad ya marcadas en el rostro, pelo canoso, nuca rasurada, gafas de carey, traje y camisa abotonada hasta el cuello, el compositor japonés se revela no como un pianista virtuoso sino como el mejor intérprete posible de su propia música, el único capaz de pulsar esa esencia melódica y armónica también hecha de espacios y silencios, acariciada sobre un teclado que, en muchas ocasiones, es junto a sus manos el gran protagonista de este recital filmado.

Transitamos de las sombras a la luz a través de un repertorio que aúna los temas clásicos y populares para el cine (Feliz Navidad, Mr. Lawrence, El último emperador, Cumbres borrascosas, El cielo protector) con depuradas versiones pianísticas de sus composiciones electrónicas o instrumentales. A contraluz de un pequeño foco, desde la espalda en un sigiloso travelling de acercamiento, buscando entre las cuerdas preparadas o los pedales, Opus se entrega a la sonoridad de la música en su precisa ejecución en vivo, también a los esfuerzos de un Sakamoto cansado que decide empezar de nuevo después de algún atasco (Bibo no Aozora). El blanco y negro recoge la intimidad del momento y convierte el escenario en un espacio cercano para cada uno de los oyentes y espectadores.

Sakamoto ha querido dejar testimonio de su batalla contra el cáncer y su deseo de seguir trabajando hasta el final en tres trabajos documentales, Coda, async Live y este Opus que quedará ya para siempre como testamento. Su epitafio, Ars longa, vita brevis, define a la perfección esta incansable búsqueda de la belleza, un camino cada vez más despojado y esencial atrapado en este hermoso y emocionante filme de despedida.