el personaje

No es química, sino pura alquimia

"Siempre he sido culillo de mal asiento. He trabajado haciendo estudios geotécnicos, como albañil, monté una granja de conejos… pero siempre había querido hacer esto", comenta mientras recorre con la mirada sus pequeñas instalaciones de apenas 100 metros cuadrados. "La bodega no es muy grande, la hice a la medida de lo que necesito ahora mismo".

Fernández apuesta por la calidad y la producción 100% artesanal. No necesita de grandes alardes técnicos para hacer el vino que quiere. "Etiqueto y embotello las botellas una a una, quiero un producto bueno, no algo industrial". Y las cosas buenas, como bien es sabido, requieren de tiempo y dedicación.

La filosofía de este viticultor se refleja en su definición de a elaboración de los caldos. "Para mí no es química, es un proceso más bonito, es la alquimia del vino". El empresario cuida personalmente cada detalle del proceso de producción. "Toda la uva es mía, no quiero comprarle a nadie. Lo que se produzca vendrá de esta tierra".

Las claves de un buen vino, dice son básicamente dos: limpieza y desinfección. Lo tiene claro desde siempre. Ya lo practicaba a lo largo de su larga etapa como amateur y le daba buenos frutos. Durante años ha participado en numerosos concursos de la zona y desde el primer año llegó, vio y venció. Su galardón más preciado es justo el primero que recibió, en un concurso en el pueblo vecino, Fiñana. "Ese año arrasé, gané allí y en Benahadux al Mejor Color y 2º premio en categoría general".

Su participación en este tipo de eventos concluyó el mismo día en que decidió desarrollar su empresa y convertirse en profesional. "A partir de ahora iré a concursos grandes, a nivel nacional e internacional". Cuando ese momento llegue una de las imágenes emblemáticas de la rovincia lo acompañará. Y es que la imagen de su Lauricius es célebre mosaico del artista Luis Cañadas, 'La Señorita', imagen encargada por Diputación provincial de Almería entre finales de la década de los '50 y principios de los '60 para dar la bienvenida a esta tierra a los visitantes.

Esta elección viene motivada por la gran admiración de Fernández ante esta imagen. "La ví por primera vez a los doce años y me enamoró. Que Luis Cañadas me haya dejado usarla es un honor. Es lo mejor de la bodega y mi particular homenaje a él, probablemente el último miembro del grupo Indaliano".

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