El sabor de boca agridulce que reconoció tener Edu Gutiérrez lo define como míster y como persona, puesto que el Pavía se había salvado pero no había logrado ganar el partido frente a un equipo de Tercera División. En todo caso, de lo que cogió jornadas atrás hasta el último día tiene mucho más de lo que sentirse orgulloso que de lo que lamentarse. El histórico club arlequinado estaba en una dinámica cuyo final era el descenso, pero el nuevo técnico ha gestionado a la perfección tanto al grupo como a la más que delicada situación.

Es cierto que sin la inestimable ayuda del Estudiantes venciendo al Ronda, el 1-1 ante el Coín habría supuesto la pérdida de la categoría, pero no es menos cierto que esto es una liga y que lo que vale es el cómputo final pasadas todas las jornadas. En ese sentido, se sabía con antelación la renuncia a jugar en Macael por parte del Tiro de Pichón, por lo que quedaba un puesto en la quema para uno de los dos equipos, paviense o rondeño. Carlos Acién, determinante para su club en los momentos de la verdad, hizo diana en el 12 y puso el 1-0.

Un típico balón de los que el ariete convierte en oro, partida ganada al central, regate al portero y gol, hacía justicia a los méritos. Y es que la primera parte fue un recital de los de Gutiérrez, que generaron hasta cuatro ocasiones manifiestas de gol, pero al descanso se llegó con la renta mínima. Al poco de reiniciarse el juego, en un error en la salida de balón se quedó claro, puesto que un robo cerca de la frontal acabó con un tirazo imparable para Andrés a la escuadra. Vallejo fue expulsado y el Pavía, en superioridad, representó un querer y no poder.

Las fuerzas fallaron, pero llegaban noticias desde Pechina que eran favorables y que permitían estar tranquilos en el Tito Pedro. Habría gustado ganar, pero el verdadero objetivo estaba cumplido con la salvación matemática que garantizaba el sexto puesto por la cola, de gran valor si se tiene en cuenta lo vivido lo vivido semanas atrás. Los puntos en feudos prohibitivos han sido los pilares para obrar lo que parecía casi imposible.