Almería-Villarreal

Hemed se marca un Abreu (0-0)

  • Un clamoroso fallo del israelí a puerta vacía impide el triunfo sobre el Villarreal Generoso esfuerzo local, con diez desde el minuto 40.

Hay nombres que entran en la historia del fútbol por sus méritos o por sus pifias. Desde ayer Hemed tiene un hueco reservado en el segundo epígrafe. Emulando el famoso gol de Abreu (aquel que no entró), el ariete israelí falló clamorosamente y a puerta vacía el tanto que pudo haber significado la victoria del Almería frente al Villarreal. Y fue por dos veces, tras recibir un pase milimétrico de Michel. El remate era franco, pero primero se topó con Asenjo y luego pensó que el arco era de rugby, mandando el balón a las nubes con todo a su favor. 

Fue el momento cumbre de un partido que bien pudo ganar cualquiera y que tuvo todos los ingredientes para un buen espectáculo. Y eso que tardó un cuarto de hora en madurarse, hasta que Giovanni desató las hostilidades con una falta directa que salió rozando el palo. Hemed daba la respuesta intentando cabecear un gran servicio de Michel que despejaba con apuros Asenjo. 

Pero vayamos por partes. Para que el Almería pudiera jugarle de tú a tú al Villarreal fue clave la inclusión de Thomas en el once. El ghanés aportó músculo al doble pivote y su derroche físico, unido al de Verza (el oriolano sostuvo al equipo en los locos minutos finales) sirvió para contener las constantes acometidas del submarino. Parece que el experimento Verza-Corona-Soriano ha pasado definitivamente a mejor vida. 

Con el partido abierto tras esos primeros minutos de tanteo, el Almería volcó su juego por el costado diestro, donde la conexión brasileña entre Michel y Wellington Silva no tiene límites. Los continuos desdoblamientos del lateral y el descaro para encarar del extremo trajeron por el camino de la amargura a Jaume Costa, que se veía con asiduidad ante un incómodo dos contra uno mientras Silva cargaba a toda la zaga rival con tarjetas amarillas. 

El Almería empezó a gustarse y pudo irse con ventaja al descanso, pero Thievy no supo resolver un regalo del contrario dentro del área y poco después Undiano Mallenco hizo la vista gorda ante una clara mano de Dorado que cortaba un centro del congoleño con toda la pinta de penalti. 

Lejos de eso, el equipo de JIM se marchó a la caseta con un efectivo menos por expulsión de Dos Santos. Las culpas pueden repartirse a partes iguales entre una pérdida de Corona derivada de no asegurar el pase y la peligrosa costumbre de Trujillo y Dos Santos de jugar en paralelo y no escalados, lo que facilitaría las coberturas entre ambos y la necesaria reacción ante cualquier imponderable del juego. 

Unos por otros la casa quedó sin barrer y Giovanni encaró la portería de Julián dispuesto a perforarla, por lo que al argentino no le quedó más remedio que derribar al mexicano. La roja era incuestionable y a Dos Santos le sobró el gesto de señalar a su capitán mientras dejaba el campo.

Con uno menos y toda la segunda mitad por delante, los peores presagios se cernieron sobre el Mediterráneo. El plan de JIM era claro, intentar que Wellington forzase la expulsión de algún rival para igualar fuerzas, mientras que Marcelino intentó desgastar diez minutos más a los rojiblancos para luego apuntillarlos con la entrada de Vietto y Cheryshev. 

Todo se le vino al traste al técnico asturiano cuando Wellington quitaba a Jaume Costa de la partida. Un partido nuevo empezaba en el minuto 55, con Vietto ya en escena. 

Poco antes de esa acción Hemed ya había dejado claro que no era su día al no ser capaz de rematar sendas asistencias de Michel, aburrido de ponerle balones al '10' unionista. Ninguno como el del minuto 62, cuando Hemed sacó de quicio al estadio entero al malograr la mejor ocasión del encuentro con Asenjo batido y la portería para él. 

Marcelino, que había jugado con fuego dejando una defensa de tres, tocó a rebato dando entrada a Cheryshev para intentar fundirle los plomos a un cansado Michel y a Mario Gaspar para reordenar su maltrecha zaga. Los retoques le funcionaron y un centro raso del ruso que se paseó por las narices de Julián casi culmina con el 0-1 de no ser porque Pina llegó forzado al remate. 

A falta de diez minutos el partido se rompió definitivamente, sin orden táctico en ningún equipo y sendas ocasiones para que ambos hubieran roto con el cerocerismo del marcador. Primero fue una volea de Cherysev que Julián despejó con la yema de los dedos gracias a su talla. Para culminar, Édgar dio un recital de cómo no se tiene que conducir un contragolpe, con Hemed a la espera de un pase que nunca llegó.

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