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Landa, rebelde con causa

Mikel Landa atiende a los periodistas en la salida de una etapa del Tour.

Mikel Landa atiende a los periodistas en la salida de una etapa del Tour. / ROBERT GHEMENT / efe

Mikel Landa (Murgia, Álava, 27 años) se ha convertido en el faro y esperanza del ciclismo español tras el cuarto puesto obtenido en el Tour, a un solo segundo del podio. Escalador de pedigrí, de carácter rebelde, a veces indomable, Landa acaba de demostrar que sus piernas merecen una mayor recompensa que hacer una función de sherpa para que su jefe de filas corone la cima.

"No volveré a un equipo para ser segundo". Frase que resume un estado de ánimo, tal vez una frustración de un corredor que ya ha tropezado dos veces con la misma piedra. En el Astana tuvo el Giro de 2015 a tiro, pero fue frenado en favor de Fabio Aru. Fue su primer aviso de un potencial pendiente de dar rienda suelta.

Ahora en el Sky padeció la repetición de la jugada. Fichó para ser líder en el Giro, pero una enfermedad y una moto mal aparcada le arruinaron el proyecto en 2016 y en 2017. Su paso por el Tour lo sometió de nuevo a su líder, Chris Froome, precisamente una medicina que Froomy probó cuando hizo de Landa ante Wiggins en el Tour de 2012.

Baqueteado por sus experiencias de actor secundario, Landa mira al futuro para ser líder y soltar todo el ciclismo que contienen sus piernas y pulmones. ¿Será el Movistar su destino? El alavés se lo piensa, pero sabe que Nairo Quintana es el actual líder de la formación telefónica.

Sus destellos de calidad desde muy temprano lo llevaron al Naturgas y al Orbea amateur. En 2011 la selección española lo convocó para el Mundial sub 23 de Geelong (Australia). Tras ser decimoctavo se fue a por el suizo Fabian Cancellara para que le firmara un autógrafo. El suizo se negó.

Con el Euskaltel debutó como profesional en 2011, siendo un corredor de futuro, un escalador a cuidar entre algodones. En la Vuelta a Burgos se exhibió en las Lagunas de Neila, pero hasta 2014 no dio señales de vida, parecía que su carrera se había estancado. Venció en el Giro del Trentino con el Astana en la jornada de Monte Bondone.

En 2015 llegó el despegue. Antes de presentarse en el Giro ganó la etapa reina de la Vuelta al País Vasco. Llegó lanzado a la carrera rosa, aunque supeditado a Fabio Aru, líder del Astana. Pero se ha cansado de ser un segundón.

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