Sevilla-almería

Pie y medio en Segunda (2-1)

  • El Almería cae en el Pizjuán mientras todos sus rivales por eludir el descenso suman Los de Sergi ya son penúltimos y necesitan de otro milagro en la última jornada para salvarse.

El Almería lleva camino de bajar a Segunda por deméritos propios, por ser malo, rematadamente malo. La derrota de ayer en Sevilla lo deja con pie y medio en la categoría de plata y le infunde un tufo de pardillo que tardará tiempo en quitarse de encima. Porque fue el único de los cuatro equipos en la pugna por eludir el descenso que no puntuó. Ni tan siquiera un triste empate. 

Mientras el Granada goleaba en Anoeta (ya dijo Pina que los nazaríes no iban a descender bajo ningún concepto cuando eran penúltimos), el Deportivo hacía lo propio en casa ante el Levante y el Eibar arrancaba un empate de Getafe, los rojiblancos daban su brazo a torcer ante un equipo, el de Unai Emery, que al final no regaló nada pese a concederle descanso a titulares habituales como Krychowiak o Vitolo y no incluir en la convocatoria a Bacca, Carriço o Aleix Vidal, con descanso tras la clasificación para la final de la Liga Europa. 

La asonada de Sergi en la previa del encuentro se tradujo en que Trujillo y Verza no entraron en el once inicial, aunque tuvo que tirar del central al cuarto de hora debido a una inoportuna lesión de rodilla de Ximo Navarro, al que había preferido alinear en el eje de la zaga para dar entrada a Michel en el carril diestro. 

El Almería salió presionando arriba al rival, al que casi llegó a embotellar durante buena parte de la primera mitad, quizá acusando los locales el esfuerzo de jugar el jueves en competición europea pese a los numerosos cambios en su escuadra o tal vez por lo que cuesta volver a la calma tras una euforia desatada. 

Sea como fuere, la cuestión es que los unionistas hicieron un gran primer acto y a la media hora de juego conseguían adelantarse en el marcador por medio de Thievy, quien tras una combinación con Zongo recibía una asistencia del burkinés para empujar el balón a la red e infundir esperanzas a los doscientos valientes que se desplazaron hasta la capital andaluza. 

Hubo un minuto, el 34, en el que el Almería estuvo virtualmente salvado gracias a los resultados que se producían en otros campos, pero entonces empató Borja para el Eibar en Getafe y todo empezó a torcerse. Fue una lástima que la renta al descanso reflejase únicamente un 0-1, ya que el Sevilla apenas había dispuesto de un disparo de Gameiro repelido por Rubén y un cabezazo fuera del ariete francés. 

En la recta final del primer periodo la asociación Espinosa-Thievy intentó incrementar el saldo, pero la buena dejada del congoleño para el talaverano al borde del área la finalizaba el último con un disparo de rosca bastante alto. 

En el arranque de la segunda mitad el Almería aún pudo poner tierra de por medio, pero un buen servicio de cabeza de Thievy para Zongo acabó con una espectacular media tijera del burkinés que se topó con el poste con Sergio Rico como mero espectador de la acción. 

M'bia dio el primer aviso de la reacción local con un disparo desviado tras recibir sin apenas oposición en el área un envío aéreo en falta lateral, pero Thievy respondía con un disparo raso que obligó a una buena estirada de Rico para despejar. 

Entonces devino el desastre por el flanco débil de este Almería a lo largo de toda la temporada: su desastrosa línea defensiva, un jardín del edén para los atacantes rivales. Iborra, que pasaba por allí, se beneficiaba de un clamoroso error en el despeje de Dos Santos para empatar el partido. 

En cinco minutos y con el mismo jugador como protagonista se iba a consumar la debacle rojiblanca (ayer de fucsia). Iago Aspas, recién ingresado al terreno de juego, se cuela hasta la línea de fondo y la pone atrás sin que nadie acierte a despejar el balón e Iborra empuje llegando desde segunda línea. 

Otra calamidad defensiva facilitaba la remontada hispalense y hundía las opciones de salvación de los almerienses, que ahora tendrán que ganar sí o sí al Valencia en la última jornada y esperar a lo que hagan el resto de rivales al no depender ya de sí mismos como penúltimos clasificados. Con los ches jugándose el tercer puesto, solo otro milagro daría la salvación, pero un 'capotazo más de la patrona' se ve ya imposible.

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