rugby 3 división de honor b

Trabajos hercúleos en URA

  • José Cuadrado valora el gran trabajo que se está haciendo por el rugby almeriense dentro del club y sueña con un equipo gigante y una gran base

José Cuadrado sostiene de forma simbólica las columnas del antiguo instituto Sierra Alhamilla.

José Cuadrado sostiene de forma simbólica las columnas del antiguo instituto Sierra Alhamilla. / diario de almería

Tenía 17 años cuando supo que el mundo es oval. Lo descubrió tras mover dos grandes piedras en su camino: la primera, un físico endeble, y la segunda, la falacia de que el rugby era un deporte para brutos. Este personaje de la mitología rugbier almeriense situó sendas columnas a ambos lados para marcar la senda y todos pudieron ampliar el mundo conocido. La creencia de que todo acababa en el fútbol se hizo añicos, pero José Cuadrado no se conformó con ello, sino que predicó con palabra y con ejemplo. Como presidente de Costa de Almería, apoyó la unión, y como jugador de URA, recibió el encargo no de doce, sino de diez trabajos -batallas restantes desde el inicio de 2017-. Su reaparición en el XV levantó a las tropas cruzadas. La permanencia es posible

Era la jornada 13, fin de semana después de Reyes, y tocaba viaje a Madrid, uno más, para medirse a Cisneros Z. Se retomaba la competición tras el parón de Navidad y fue la primera vez que Cuadrado entraba en una lista de Pablo Jiménez esta temporada. Se define a sí mismo como "un loco empedernido del rugby desde hace muchos años". De hecho, cumple dos décadas exactas haciendo familia deportiva. Sin ir más lejos, el propio Jiménez tiene para él la consideración de "hermano", y Juan de Luque la de "padre". Este último fue el que le dio "una esperanza de vida de una semana", ya que lo veía como un "larguirucho con gafas, y las gafas haciendo más bulto que el cuerpo".

Fue de las pocas cosas en las que no acertó el que por entonces era el míster del incipiente equipo de la Universidad, año 1997. José fue Cuadrado haciendo un trabajo físico muy grande para hacer honor a su apellido: "Este, en cuanto le den dos golpes se va a su casa, y mira, llevo ya unos cuantos años aquí con él". Ello se ha debido a lo que el rugby le dio desde el principio: "La sensación de equipo, la sensación de grupo, la sensación de hermandad que tiene". No hay nada comparable: "He hecho otros deportes, pero nunca federado, solo rugby, y fue empezar y al año siguiente me puse a entrenar a niños con Pablo Jiménez, y desde entonces aquí". Tenía 17 años e idénticas ganas que ahora.

De esas primeras aventuras en el Virgen del Loreto o en el Lope de Vega han salido buenos jugadores, como Quisquilla o su hermano Benjamín, justo lo que desea que sea la base de un mañana espléndido: "Me atrevo a soñar en un equipo gigante, me da igual que sea en División de Honor A o en B o incluso en Regional, porque lo que quiero es una base gigante, 200 niños en el campo para jugar".

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