Gonzalo Arconada compareció ante los medios con gesto irsuto y porte preocupado. No era para menos, acababa de vivir su primer abucheo público de un graderío que exigió su dimisión. Aunque la procesión vaya por dentro, al técnico vasco se le vio contrariado, tratando de explicarse a sí mismo la que le está cayendo encima pese a que el equipo ni siquiera está en la UVI.

Delante de una inusual concurrencia por parte del Consejo de Administración, allí estaban en primera fila Ramón Navarro, Jesús Verdejo, Ricardo Martínez o Luis Guillén (no se sabe bien si para arroparlo o apretarle aún más el nudo de la corbata), el donostiarra, con mucho esfuerzo, llegó a reconocer mediante una metáfora que trabaja en un ambiente viciado: "Cuando un amigo me llama y me dice desde la distancia que nos va de lujo, yo pienso, si supieras realmente cómo estamos...".

Esa frase inacabada sirve para ilustrar el calvario que arrastra Arconada, sabedor de que sus apoyos dentro del club son muy escasos. De hecho, al ser cuestionado sobre si creía que desde dentro se le estaba haciendo la cama, inquirió: "Si tenéis esa información os invito a que la expongáis [ver página 8]".

Tuvo tiempo para agradecer el capote que caballerosamente supo tenderle su homólogo en el banquillo deportivista, Miguel Ángel Lotina, para especificar después que hay que salir de esta dinámica negativa cuanto antes: "Entre todos nos hemos metido en una dinámica en la que sólo se ven las cosas negativas. Todos nos estamos sintiendo incómodos. Hay momentos de la vida en que las situaciones son así".

Otro de sus mensajes fue para la afición: "Es difícil centrarse en el partido si desde el minuto 20 silban a un futbolista y piden a gritos a otro. No hemos tenido de nuestra parte al jugador número 12 y el equipo no ha rendido al 100% de sus posibilidades". Pese a todo, quiso despedirse con optimismo: "A ver si ganamos en Soria y logramos un buen ambiente. Tenemos que revertir la situación a otra más positiva".