El Estadio de Santo Domingo vivió hace dos días una noche histórica. Tras el empate sin goles ante el Mérida Agrupación Deportiva, que certificaba la permanencia matemática del Club Deportivo El Ejido en la Segunda División B, se desató la locura en la plantilla ejidense sobre el terreno de juego y de su afición en la grada. Y no era para menos. Después de una temporada de altibajos, aunque con más luces que sombras, el conjunto del Poniente lograba su ansiado objetivo, seguir en una categoría de bronce a la que se ganó a pulso ascender un año antes y en la que ha logrado permanecer a base de mucho trabajo, confianza en su cuerpo técnico y el apoyo de sus incondicionales seguidores, que cada vez son más en la tribuna del feudo celeste.

Más de un millar de espectadores disfrutaron en directo de la celebración de los chicos de Alberto González que, conscientes de lo que habían logrado, tuvieron numerosos gestos de agradecimiento con una afición entregada que cada vez se siente más identificada con este joven proyecto deportivo ejidense que nació en 2012 y que, además de subir tres peldaños en lo que a categorías se refiere, en su corta edad como entidad, cuenta desde el domingo con una salvación histórica que fue celebrada como si de otro ascenso se tratara. Había ganas en el vestuario de quitarse esa presión del calor de los puestos de descenso y se notó en las caras de unos jugadores que lo celebraron por todo lo alto y gozaron de una merecida cena tras salir, a altas horas ya de la noche, de un campo de Santo Domingo que volvió a latir como antaño y en el que se dio un paso de gigante en el siempre difícil reto de ilusionar a una localidad ejidense que cada vez más apegada a su nuevo referente futbolístico.