Entrevistas

Sergio Pagán: "El gregoriano, más que canto, era un modo de acercarse a la divinidad"

El músico y comunicador Sergio Pagán, en uno de los estudios de RNE.

El músico y comunicador Sergio Pagán, en uno de los estudios de RNE. / Javier Casado

Después de estudiar música e historia, Sergio Pagán (Madrid, 1960) comenzó su actividad profesional como intérprete, crítico musical y redactor de programas de radio en 1978. En 1982 empieza como guionista en Radio 2, la actual Radio Clásica, de la que ha sido subdirector en los últimos años. También ha dirigido durante más de 20 años Música Antigua, el programa señero del género, y el espacio La hora de Bach hasta su retirada, el pasado febrero. Es aficionado a la ornitología desde que tiene memoria –"cincuenta años sin separarme de los prismáticos", dice–, una devoción a la que podrá atender con más dedicación ahora, aparte de "descansar, seguir los estudios de música y difundirla".

–El último programa de Música Antigua se emitió el Día de la Radio y en el centenario de la primera emisión de radio en España.

–Sí, creo que fue en Barcelona. Por eso fue más especial que nos dieran el Premio Ondas en Barcelona justo el año de la primera emisión radiofónica en España.

–Toca varios instrumentos, el clavecín, el cromorno y la flauta de pico y lo hace en una banda.

–La formación se llama Goliardos Ensemble. Llevamos juntándonos muchos años y algunos conciertos hacemos. Lo hacemos por difundir la música medieval y renacentista.

–¿Quiénes fueron los goliardos?

–Unos clérigos y eruditos que abandonaron el convento y las reglas de la religión y se dedicaban a escribir poemas críticos con los poderes eclesiásticos y políticos en los lugares públicos. Ha sido nuestro espíritu.

–¿Qué fue antes, el baile o la música?

–Creo que a la vez. De todos modos, la danza necesita de la música pero la música no necesita de la danza. En el origen de los tiempos, la música también servía para curar, para animar en el esfuerzo de la batalla, acompañar los trabajos duros... Las primeras músicas debieron de ser golpes sobre un tronco.

–¿Cuál fue el primer instrumento?

–Se han encontrado flautas hechas con hueso en el Paleolítico, pero son los que se han conservado. Debió de haber algunos otros instrumentos de percusión antes. El zumbador es una pieza de madera del que se saca un sonido asociado a cuestiones mágicas. Hay también un instrumento, el diyeridú de Australia, que no ha variado desde tiempos remotos.

–¿La primera música pretendía adorar a un dios o ahuyentar a una fiera?

–Se ha asociado a lo sagrado, a un modo de acercarse a las divinidades. El gregoriano, más que canto, era una ceremonia con la que se intentaba llegar a la divinidad para obtener perdones, dones y todo tipo de cosas; día a día, a las mismas horas durante todo el año, es algo que genera un estado especial. Siempre ha habido chamanes para alcanzar el trance, un modo de comunicación con el más allá. Y para la sanación.

–¿La música es sanación para la comunidad o para quien la ejecuta, una forma de sanarse a uno mismo?

–Ambas. La música es maravillosa para el que la escucha, pero aún más para quien la interpreta y más todavía para el que la compone. Es sanación para quien pueda escucharla, entonarla o bailarla; pero también como una ayuda individual. El piano africano, que es muy simple, hecho con varillas de paraguas abandonados, se usa para ir en bicicleta en una larga marcha. Y ahí va uno distraído...

–¿Es el ser humano un mono musical?

–Es una de las grandes conquistas del ser humano aun sin ser exclusiva de él. Están las aves, que a veces lo hacen mejor que el ser humano. Para el compositor y organista Olivier Messiaen, cuando le preguntaban quién era el músico más importante del momento, respondía que eran las aves.

–Porque hay aves que entonan mejor que muchas personas...

–Las hay con una riqueza de matices, con in crescendos y notas ligadas que harían falta muchos años de estudio para alcanzarlo con la precisión de las aves. Y se ha comprobado con estudios que el hombre percibe sólo una parte de sus cantos.

–Y hay pájaros que imitan las voces de otras especies y de otros animales.

–Y de objetos. En Nueva Zelanda hay aves que imitan el clic de una máquina de fotos o el del ruido de una motosierra. En España están los estorninos, que son unos expertos imitadores.

–¿Y los mirlos?

–También, aunque menos. El alcaudón real imita el canto de otras aves para atraerlas y cazarlas. Otras especies introducen el canto de otras. No son cantos innatos, son aprendidos o perfeccionados a lo largo de toda la vida.

–¿Qué aves han resultado más inspiradoras para los compositores?

–El cuco, el ruiseñor, la alondra... Nombres notables como Monteverdi, Vivaldi, Haendel se han inspirado en sus cantos. En la antigüedad era más fácil. Sin tanto ruido, la gente se fijaba más en su alrededor, en lo cotidiano.

–Qué es el Pagán sound.

–Es una broma que me hacían los compañeros de la redacción de la entonces Radio 2 cuando empezaron a acostumbrarse a la música antigua. Se referían a las piezas de la música de la escuela de Notre Dame, del siglo XII, con cuatro voces, el organum...

–¿Qué lista canónica de autores españoles de música antigua propondría?

–Es difícil; hay muchos y cada uno en su ámbito ha sido importante. Instrumentalmente puedo mencionar a Antonio de Cabezón, que fue muy importante para el resto de los músicos europeos de tecla. También hay que destacar a los vihuelistas que surgieron en el siglo XVI: Luis de Narváez, Alonso Mudarra. En el apartado vocal, para mí, uno de los más grandes ha sido Cristóbal de Morales y Francisco Guerrero, por encima de Tomás Luis de Victoria, que suele ser el más admirado. Guerrero, además, fue el primero en insistir en que hubiera una capilla de ministriles en la Catedral de Sevilla, una nómina de músicos fijos y pagados. Alonso Lobo también es uno de mis preferidos...

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