Danza

El Auditorio abarrotado se entrega a Antonio Najarro y su ‘Querencia’

  • El ex director del Ballet Nacional de Danza triunfa en Almería con la representación de su sexta producción, donde visita sus orígenes

La Querencia definida como la inclinación o tendencia de las personas a volver al sitio en que se han criado o tienen costumbre de acudir. Con ese leit motiv, el Auditorio Municipal Maestro Padilla estuvo a punto de colgar el cartel de ‘entradas agotadas’ el sábado con la sexta producción propia creada por Antonio Najarro, ex director del Ballet Nacional de España durante ocho años, y su compañía, que brilló de forma coral, y también individual, en una obra que revive la inspiración del lenguaje de los grandes ballets coreográficos.

Se trataba de una de las últimas propuestas de la programación de esta temporada de invierno puesta en marcha por el Área de Cultura, Tradiciones y Fiestas Mayores del Ayuntamiento de Almería, en este caso con la colaboración del Instituto Nacional de Artes Escénicas y de la Música y el Programa Estatal de Artes Escénicas (PLATEA).

Con la indisimulada intención de poner en valor la Danza Española en todos sus estilos, Querencia estuvo compuesta por un total de once cuadros, que estuvieron preludiados por una emotiva introducción más lírica. Con una intensidad casi palpable y un acentuado gusto por la belleza estética, el elenco brilló desde la composición formal a las ejecuciones, realzadas con un majestuoso vestuario, siempre en negros, blancos, dorados y una elegancia en los cortes, obra de la diseñadora especializada Yaiza Pinillos.

De oro y negro se vistió cortejo del segundo cuadro, con fuerza expresiva un tercer cuadro que despertó la primera ovación de la noche. En el cuarto lució la limpidez de las teclas de piano en la música, completamente original y obra del pianista Moisés Sánchez y grabada por la Orquesta de Extremadura. En el quinto lucieron los aires frescos de cantiñas acompañando el baile con mantón y, en el eje central del sexto, una pieza más torera y marcial, primero con Carlos Romero como solista y con protagonismo después en grupo para el sombrero cordobés.

Inspirado en clásicos españoles que tan bien llevaron a la música la esencia de un pueblo como Falla, Turina, Granados o Albéniz, la música combinaba la tradición con una visión más dinámica, efectista, a veces hasta cinematográfica, complementándose así a la perfección con la escenografía e iluminación de Pau Fullana.

Tras el séptimo cuadro solista a cargo de Lucía Cardeñoso, el grupo volvió a lucir en la folclórica y jotesca octava pieza, pasando a motivos procesionales de Semana Santa, mantilla incluida en la segunda, y con el décimo, especialmente lírico con Daniel Ramos, a quien el público almeriense tenía fresco en la memoria tras su magnífico Contracuerpo en el Teatro Apolo el pasado verano.

Como cierre, llegaría una despedida festiva y conclusiva con toda la compañía brillando con la prestancia atesorada y con otro vestuario espectacular. El público ovacionó a su término tanto al escenario como al patio de butacas donde se encontraba el propio Antonio Najarro. Una noche inolvidable en el Padilla para un público que disfrutó con la danza española con mayúsculas.

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