Santiago Serrano Martínez-Risco presenta hoy viernes, 15 de marzo a las 19:30 horas su libro Dieciséis cuentos imposibles y una verdad incomoda en el Castillo de Santa Ana en Roquetas de Mar. La obra que presenta en Roquetas de Mar, editada por Círculo Rojo reúne una serie de cuentos que son el resultado de toda una amalgama de lecturas atribuladas e iconoclastas, de todo género y condición, olvidadas y cosidas por la luz hiriente del Sur y la niebla perpetua del Noroeste.

Están escritos a ratos perdidos que roba a su condición de abogado y lo liberan de demandas, denuncias, atestados, sentencias y demás prosa jurídica que le hace sangrar por los ojos. “No están hilados, se regodean de su carácter caótico y desordenado; están escogidos sin razón alguna y más allá de ella, de entre las numerosas historias que necesito arrojar y arrojo con frecuencia porque actúan como un bálsamo que me cura las heridas”, apunta el autor.

“Se leen de izquierda a derecha, de arriba abajo, pueden dejarse sobre la mesita de noche para leerlos antes de dormir, ordenada o desordenadamente, o incluso hacerlo en mitad de tus sueños, y son buenos también para calzar las mesas de esos bares que me gustan porque tienen al menos una mesa renqueante”, sostiene.

El autor nacía el 17 de enero de 1965. Por casualidad, nació en Córdoba, de donde es su padre y toda su familia paterna, aunque en esos momentos sus padres residían en Huelva, donde eran profesores de inglés en un Instituto. Pero, al poco de nacer, la familia se trasladó a Granada porque su padre aprobó las oposiciones de Filología Inglesa.

Mientras su madre, gallega de Orense, se trasladó, también como profesora de Inglés, al Instituto Ángel Ganivet de Granada, donde estaría hasta su jubilación. Por tanto, sus primeros pasos los dio en Granada, con alguna estancia en Inglaterra, en concreto en Manchester, dónde su padre estuvo terminando su tesis doctoral. Se educó en un colegio Público, el Barrio Figares de Granada. Pasó al Instituto Experimental Padre Manjón, de Granada, (como en esos momentos se llamaba) en donde ciertamente los pedagogos experimentaban con todos la última de sus ocurrencias educativas.

Del Instituto recuerda los partidos de fútbol del fin de semana, porque estaba siempre abierto, y los guateques de los sábados donde hacían botellón ordenadamente, bajo la paciente mirada de los profesores y en el propio Instituto. Aunque había elegido ciencias puras, más que nada porqué a él lo que le gustaba era la literatura, al terminar quiso matricularme en la Facultad de Filología.

Pero pasó por la facultad de Derecho de Granada sin pena, ni gloria, asistiendo a algunas clases y aprobando todas las asignaturas, algunas incluso con matrícula, de una forma pasmosa para él. En 1993 se casa y se marcha con su esposa a Campillos donde esta trabaja como Farmaceútica. Luego como juez sustituto es nombrado para ejercer en Huéscar (Granada).