¿Deberían las Administraciones apoyar más la Semana Santa Almeriense?

Sí, por supuesto. Sí bien es cierto que estamos saliendo con brotes verdes de unos años de crisis económica, aunque no de valores éticos y morales, y supone ajustar los presupuestos a criterios de austeridad y sobriedad, no es menos cierto, que desde la reorganización de la Agrupación de Cofradías en 1978 las ayudas económicas han sido muy por debajo de lo que las Hermandades y Cofradías han dado a esta ciudad y siguen danto en orden a la Cultura de la Religiosidad Popular.

Sí poner una Cofradía en la calle supone un coste económico elevado, más aún supone mantener esta Hermandad en cuanto a su patrimonio y la realización regular de intensas actividades y actos que redundan satisfactoriamente en una gran parte de la ciudad y sus barrios, transmitiéndose los sentires más profundos de la piedad popular almeriense. Desde la reorganización en 1978 la ayuda siempre ha sido muy ajustada, incluso en tiempos de bonanza siguió siendo la misma, por lo que, las disociaciones en relación a las ayudas para sufragar gastos y facilitar otras que coadyuven al crecimiento del catolicismo popular se hacen necesario una puesta en común para actualizarlas y perfeccionarlas en sucesivos ejercicios, siendo necesario ahondar sobre que donde se encuentra el Museo de la Guitarra, la primera piedra que se puso era para cuyo destino sería la sede de la corporación agrupacionista y museo del arte de la piedad popular.

Asimismo hay que apoyar más la Semana Santa con más asientos en carrera oficial que sean gestionados por la Agrupación y la presencia de esta en todos aquellos asuntos que afecten a la ciudad en todos los órdenes de infraestructuras y equipamientos al estar declara de Interés Turístico Nacional en la Comunidad Autónoma de Andalucía.

PARA cubrir todos sus fines caritativos, de culto y gastos originados por la Estación de Penitencia, todas las Hermandades pasionales que desfiles durante estos días por la capital almeriense son autosuficientes y diponen de sus recursos propios. Esto quiere decir: cuotas, donaciones, rifas, lotería, ingresos por ambigús en las Cruces de Mayo y un largo etcétera de actividades con las que sufragar sus gastos.

Con la crisis, que ha vivido este país en los últimos años, han menguado estas aportaciones y a veces es bueno hacer autocrítica y buscar más la sobriedad que hacer tanta ostentanción en época de carencias y necesidad.

Ciertamente la Diócesis de Almería y la Agrupación de Hermandades y las Cofradías de la capital difunden el hecho religioso esencial en que consiste la Semana Santa: la pasión y muerte del Señor.

Pero tampoco está de más que las Administraciones públicas divulgaran la Semana Santa almeriense más allá de nuestras fronteras como recurso turístico para generar riqueza y atraer visitantes. Bien por el esfuerzo que hace el Ayuntamiento de Almería para retransmitir la procesiones, dotar de tribunas y sillas las calles, otorgar subvenciones.

Se echa en falta que el Instituto de Estudios Almerienses (IEA) editara el gran libro de la Semana Santa almeriense con bellas ilustraciones y un gran reportaje, que se estrenara en FITUR y se hiciera viral. Es verdad que el Estado podría hacer mucho más por nuestras comunicaciones y conexiones y la Junta de Andalucía también y difundir y promocionar la Semana de pasión almeriense a los cuatro vientos.

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