Análisis

Francisco bautista toledo

Camino de perfección

Es una obra singular, de poderosa dicción pictórica y originalidad estética. Presenta Antonio Belmonte, Huelva 1955, en el Instituto de América de Santa Fe, un conjunto de piezas en la que recorre el itinerario de su creación artística, entre 1974 y 2024, con el título “Camino de perfección”.

Reúne óleos y esculturas, organizando con su obra un espacio envolvente, transformado en campo de vivencias oníricas, en el que se observa el universo de fantasía y fatalidad que acompaña la existencia del ser humano.

Son sus primeras piezas pictóricas imágenes de un mundo expresado con intensidad pasional, en el que propone paisajes imposibles, construcciones que descansan en la magia, seres perdidos enfrentados a sus deseos y destinos azarosos. En sus inicios una obra valiente, sin complejos, auténtica, en el que el pintor, sobre atmósferas surgidas de la abstracción, construye sus realidades imaginarias, reflejo del sentimiento de un presente turbulento, visto con emoción descarnada. Es también un camino de evasión hacia escenas liberadoras de la rutina material, evocación espiritual de la existencia de otras posibilidades de la consciencia.

Sin abandonar el hilo argumental de la estética que rige su producción plástica, avanza Antonio Belmonte en la exploración del color, incorporando piezas de perfecta limpieza visual, en el que propone escenas de figuración con aromas de ilustración, frescas composiciones de alto impacto en su contemplación, equilibradas, que reflejan el tiempo de incomunicación, soledad, incomprensión, percibido muy bien en la impregnación psicológica que el artista logra dotar a sus personajes. Mas prosigue en la disolución de las formas, en la expresión rotunda del color, a través del cual relata la pasión desatada del momento, ahondando en la abstracción plástica. En muchas de sus obras se conjugan alegrías y tristezas, según sea el tono ofrecido en cada tramo del cuadro, esplendores y oscuridades, ligerezas y densidades, siendo las gamas excelentemente conjuntadas por el pintor, para conseguir exponer el universo sensitivo contenido en su obra. Los individuos, si aparecen, son meros elementos a punto de ser devorados por el entorno circundante.

Completa esta propuesta un conjunto de esculturas de gran expresividad, donde personaliza a los protagonistas de sus cuadros, inmersos en sus circunstancias, aquellas que les impiden salir del pozo material en el cual están sumidos. Antonio Belmonte es un artista de gran sinceridad plástica, auténtico y personal, que logra elaborar una obra de importante significado estético.

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