Pensaba yo que los libra, por el mero hecho de compartir periodo de nacimiento, dábamos más de sí, pero he de revisar mis creencias a tenor de las reiteradas comparecencias de Fernando Soriano en sala de prensa. En la última, con motivo de la visita de hoy a Reus, el técnico maño vino a asegurar que el equipo estaba rindiendo bien. La aseveración, de cara a la galería, puede quedar diplomática y correcta, pero a la afición le chirría.

Y le suena a cuerno quemado porque si uno se fija en la tabla el Almería es el antepenúltimo clasificado, circunstancia que 'per se' está reñida con un buen rendimiento, más aún a punto de cumplirse la primera vuelta de la competición. Yo a Soriano lo tengo por un tipo inteligente porque en su época de futbolista se ganó esa percepción, pero he de admitir que como entrenador sus declaraciones son una continua afrenta a la inteligencia de los aficionados.

Tratar como menores de edad a los seguidores entiendo que debe obedecer a algún tipo de estrategia de reivindicación interna, pero externamente es insostenible. Debe ser difícil vérselas con Alfonso García semana sí y semana también, más si cabe cuando una derrota sigue a otra. Para un presidente que presume de no creer en la figura del entrenador, o cuando menos de sustentarla como un mal necesario, ya tiene mérito soportar la indiferencia jornada tras jornada.

Lo que más me sorprende de todo el percal (así, castizamente) es que Soriano, tipo con carácter donde los haya, no haya sacado a relucir su orgullo y amor propio para dejar plantado al dueño del club o, por pura dignidad, dimitir del cargo, ya que de todo lo que ha pedido, por lo común, ha obtenido las sobras. Debe ser muy complicado dirigir un equipo sin la capacidad de romper la baraja ante la propiedad a sabiendas de que en caso de destitución seguiría en el organigrama interno.