¿Abiertas o cerradas?

Mucho habría que cambiar las cosas para pasar a listas abiertas. Además, más vale lo regular conocido….

Recibido el conjunto de papeletas que me envían para emitir el voto por correo. Son 11 papeletas blancas con siete nombres en cada una, más un puñado de nombres a guisa de suplentes en algunas de ellas. Son un total de 77 nombres, más los apéndices de los suplentes. Como tengo decidido a quién voy a votar, eso no me plantea ningún problema. Cojo la papeleta, la introduzco en su sobre y listo para entregar. Entonces empiezo a recordar las reivindicaciones que se hacen de sustituir listas cerradas por listas abiertas. El argumento: el elector vota directamente al candidato que es quien realmente se gana el escaño y por tanto puede disponer de su voto en cualquier situación que le resulte conflictiva. Ahí yo estaría votando a esas personas en concreto, no a unas siglas, y me estaría identificando más o menos con su modo de pensar y de ser. Sé que no son las actuales circunstancias las óptimas para hacer la pregunta, pero: ¿deberían sustituirse las listas cerradas por listas abiertas? ¿Cómo votaría yo en ese caso? Me imagino una lista interminable de nombres, preferiblemente por orden alfabético, y me digo: ¿Qué nombres marco con una cruz (a quién crucifico)? Repaso la lista y me pasa como a la paloma que soltó Noé: no encuentro un lugar donde poner la marca. Los pocos islotes que asoman no ofrecen garantías de estabilidad. Y aun suponiendo que consiguiera superar ese primer obstáculo vendría otro de no poca dificultad. Me imagino a los miembros de la mesa escrutando papeleta a papeleta y nombrando a quién vota cada uno de los electores y anotándolos en las hojas preparadas al efecto. ¿Se lo imaginan? Y una vez que se hubiera podido concluir cuáles son los siete candidatos más votados ¿habría una mínima garantía de que alguno de esos me estaría representando realmente? ¿alguno sería de los “míos”? Esto en el caso de una lista única. Porque también puede darse el caso de que los partidos presenten sus listas, pero que el orden en el que aparecen los candidatos de los partidos no tenga por qué ser el que aparezca en la misma. Entonces se votaría la lista del partido, pero cada uno pueda ordenarla como le plazca. En este caso supongo que los miembros de la mesa terminarían al borde del suicidio. No tengo muy claras las cosas. Mucho habría que cambiar en nuestra cultura política y en la ley electoral (y no solo la ley D’Hont) para atender las reivindicaciones de las listas abiertas. Pero más vale lo regular conocido….

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios