Aguinaldos

El regalo genuino debe ser desinteresado, y no un recurso para conseguir propósitos que beneficien a quien regala

Aunque ya esté en desuso ese término, “aguinaldo”, cierto es que pone nombre al regalo que se da en la Navidad o en la festividad de los Reyes Magos, aunque también puede tratarse del hecho en cualquier ocasión. De manera particular, el aguinaldo, más que un obsequio, era una voluntaria remuneración de los vecinos a quienes prestaban servicios durante todo el año (carteros, serenos, barrenderos…), casi a modo de propina, cuando pasaban por las casas para felicitar la Navidad y, en ocasiones, dejaban tarjetas o estampas. Costumbres pretéritas, que hasta podrían considerarse antecesoras de la paga extraordinaria de diciembre, junto al sueldo.

Cosa distinta, aunque no lejana, es la elegancia social del regalo, con que unos grandes almacenes animaban a hacerlo, como reclamo publicitario para la compra. El regalo genuino, en fin, debe ser desinteresado o, dicho de otro modo, solo ha de tener el interés de satisfacer y alegrar a quien lo recibe. Si no es así, se convierte en un recurso instrumental para conseguir propósitos o fines de otra naturaleza. Por eso los destinatarios de estos últimos regalos deben ser celosos y precavidos, ya que, generalmente, se trata de alterar la resolución de asuntos, concesiones, trámites o resoluciones, con ese incentivo del todo improcedente. En el peor de los casos, se llega a la mordida, prima hermana del soborno, cuando funcionarios o empleados obtienen algún provecho o dinero tras abusar de las atribuciones a su cargo para beneficiar a determinados particulares con también pocos escrúpulos. Por no hablar de otros regalos variopintos sufragados con la malversación de los fondos públicos.

Es ejemplar, por ello, la publicación anual, por decisión del rey Felipe VI, de los regalos institucionales entregados a la Familia Real, con detalle del destinatario, el acto oficial u ocasión en que se da, la fecha, la entidad o persona que lo hace y la descripción del regalo. A modo de muestra, el presidente francés Macron regaló una pluma estilográfica al rey, el 28 de junio de 2022, con motivo de una cena relacionada con una cumbre de la OTAN. El destino de todos los regalos, además, es el Patrimonio Nacional.

Dicho todo esto, los regalos de los Reyes Magos deben quedar libres de sospecha.

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