Cegueras forofas

Y ya no hay más lógica válida para él, según Pinker, que la que confirme la primacía de sus ideas

El género columnista tiene cierto potencial para prestigiar un periódico según la variedad de opiniones que ofrezca. Son forzosas las firmas políticas que glosen, impasible el ademán, sus credos partidarios; y las plumas profesionales, que analicen la actualidad, sesgada a veces por la línea editorial. Pero luego hay otro grupo dispar de colaboradores rasos, esporádicos o estables, que vamos por libre abordando temas culturales y asombros o lecturas personales, inclasificables más allá del tono (didáctico, irónico, coloquial) que usemos. Y entre éstos no faltan quienes gustan aflorar sus singulares credos políticos con un fervor que no suele estar a la altura de su fama social, y no es nada raro ver cómo en materia política, hasta el más docto pierde algún día los papeles y se revela como un vulgar palmero. Una deriva inconsciente confirmada por sesudos estudios en las ciencias del comportamiento (Pinker, Sapolsky, Eagleman..) que verifican este tipo de extravío mental cuando alguien es adepto a una ideología y se ofusca ante la realidad social para consagrar toda su racionalidad solo a justificar su credo. Se trata de una perversa treta del inconsciente que la sicología cognitiva denomina como el "sesgo de los míos" o de "la confirmación". Digo perversa porque, por muy versado que sea este tipo de opinante en otras ciencias, en asomando la cosa política, su mente se bloquea entre sus prejuicios y se convierte en un apasionado valedor, a veces absurdo si le da por argüir solo para consumo de sus prosélitos. Y ya no hay más lógica válida para él, según Pinker, que la que confirme la primacía de sus ideas. Así que huérfano de actitud crítica, ni siquiera ante los abusos o desgastes típicos que afectan antes o después a todo gobierno, se plantea votar a otra sigla que no sea la "suya", que es la única que votará siempre: lo que más que señal de coherencia ideológica tengo por signo palmario de ceguera forofa. Algunos estudios muestran que esta peculiar ceguera (política, deportiva o religiosa), induce a que el forofo acepte o rechace una misma tesis solo en función de si la formula alguien de su cuerda o de la contraria. ¡Tremendo!, ¿verdad? Y lo peor es que nadie estamos libre de incurrir en tales disfunciones o jugarretas del cerebro y solo podemos paliarlas a fuer de concienciarse, oír con humildad otras voces dispares y repensarse cada línea escrita. O al menos intentarlo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios