Con emoción regresé al número 61 de la Carretera de Níjar 61, el Seminario diocesano conciliar san Indalecio con motivo de la festividad litúrgica de santo Tomás de Aquino, Doctor de la Iglesia y Patrón de las ciencias sagradas, al acto organizado por el Instituto Superior de Ciencias Religiosas de Almería, adscrito a la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca. La jornada religiosa-académica estuvo presidida por el Vicario de Pastoral y Evangelización, Francisco Sáez Rozas, y el director del centro de estudios, Jesús García Aiz, comenzando a las 18,30 horas en la capilla con la Eucaristía y la asistencia de la comunidad educativa del ISCR.

Al hilo de las lecturas de la misa, el Vicario y canónigo Sáez Rozas se detuvo en la consideración de la Sabiduría según es presentada en los libros sapienciales del Antiguo Testamento, a la luz de los cuales aquella sabiduría a la que aspira el estudioso de las ciencias sagradas no es solo fruto del esfuerzo intelectual humano, sino que requiere el correspondiente don del Espíritu Santo, que eleva la limitada razón del hombre a profundizar en los misterios divinamente revelados.

Concluida la celebración eucarística, se procedió a la celebración del tradicional acto académico con la lección magistral a cargo del profesor Dr. Manuel Porcel Moreno de la Universidad de san Ignacio de Loyola, quien versó doctamente sobre “Tomás de Aquino y la onto-teo-logía”. Expuso, que santo Tomás es ciertamente un teólogo. Pero es un “teólogo sistemático”, que distingue netamente entre la fe religiosa y la labor teológica. Ésta, la teología, es una labor racional, que exige, como labor científica, una concepción sistemática, es decir, una estructura de conceptos y principios lógicamente ordenados, a la manera de los saberes científicos.

Seguidamente, tomó la palabra el capitular Manuel Pozo Oller, el cual realizó con magistral sensibilidad espiritual una mención in memoriam del profesor y canónigo emérito Dr. Antonio Rodríguez Carmona, residente en la casa sacerdotal de san Juan de Ávila, que marchó a la Casa del Padre el día de san Antonio Abad, 17 de enero, a los 90 años, y que tras la Laudatio del profesor Pozo Oller, los presentes nos uníamos en comunión eclesial al dolor de la familia y amigos, lamentando la gran pérdida de su figura para los estudios bíblicos españoles. Un acto para la memoria, a la que solo nos faltó haber entonado el Gaudeamus igitur. Paz y Bien.