Curiosidad

El Diccionario de la RAE la identifica con la inclinación a enterarse de cosas ajenas o a husmear en lo desconocido

La curiosidad que destempla al curioso es un reflejo tan innato como jugoso: hace volar al infante y da alas al científico, inspira la ingenuidad que viabiliza el amor o mimetiza la empatía. El Diccionario de la RAE la identifica con la inclinación a enterarse de cosas ajenas o a husmear en lo desconocido. Y para el M. Moliner lo curioso oscila entre el deseo y el vicio de conocer, (será porque a veces mata, como al gato incauto). También cabe en el mismo saco, el gusanillo que engatusa el asombro ante alguna concatenación de suertes inextricables que trastorna la lógica y cuya explicación se intuye reservada para quienes estén en la pomada (en el ajo se decía antes). La curiosidad es pues un tipo de sed antojadiza, que nos asedia por distintas causas y diversa intensidad, según a quién y por qué acose, que hay curiosos por naturaleza y otros por morboso chismorreo. En mi caso desde niño me recuerdo curioso, irredimible y fértil, y aun hoy veo algo atractivo en la misma muerte siquiera por ver de enterarme, de una vez por todas o por nunca, adónde fueron mis amados predecesores y adónde iré yo, con o sin ellos. Desde tales premisas, comprenderán que me interesara estos días por el curioso acopio de casualidades, no sé si causalidades, que amenazan la fama y gestión del Barça a raíz del curioso pago de más de siete millones a un exárbitro que, operando como primus inter pares, mantenía el poderío de decidir el futuro de los árbitros activos, hasta que coincidió, también curiosamente, su cese en la poltrona colegial con el cese de sus cobranzas. Y no menos curioso parece que justo durante esos años el club pagador, lograra tanto récord admirable, por inverosímil, en el fútbol mundial, algo acaso irrepetible nunca jamás, al resistir dos temporadas seguidas (¡78 partidos!), sin que le pitaran un penalti en contra ni sufriera expulsión alguna entre sus jugadores. Mientras que los penaltis y sanciones en sus adversarios, también lograban récord, pero del revés. Como creo en la presunción de inocencia ajena, aquí hablo solo de azares que no dejo de ver curiosos, en el sentido de dignos de cantar y contar por si fuera que hemos asistido estos años, en la inopia, a una conjunción planetaria del universo futbolero. O era otra cosa. Y por si esto planteará algún dilema moral a alguien de optar entre desearle suerte o justicia al club bendecido, en los expedientes justicieros en ciernes.

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