Desigualdades desiguales

Están viendo que peligra cierta igualdad de todos los españoles y proponen hacer un frente común

Parece que soplan buenos vientos para aquella consigna de la revolución francesa “libertad, igualdad, fraternidad”. Bueno, lo de la “fraternidad” no parece estar de moda, tal vez porque suene algo a masonería o a lenguaje beato; pero lo que es la “libertad” y la “igualdad” están en boca de muchas personas, de muchos líderes políticos. No obstante, esa lucha por poder hacer lo que uno quiera cuando uno quiera, independientemente de las circunstancias, que algunos han considerado “lucha por la libertad” parece que se apaga, aunque dio buen rédito político en su momento a la adalid de la apertura de bares y restaurantes. Y ahora se ha puesto más en boga la cuestión de la “igualdad”. Están viendo que peligra cierta igualdad de todos los españoles y proponen hacer un frente común para evitar que las aspiraciones catalanas devengan en francas desigualdades. En tanto en cuanto esas decisiones puedan dar lugar a diferencias reales, yo podría formar parte de ese frente común. La cuestión estaría en saber a qué tipo de desigualdades se están refiriendo. ¿Acentos? ¿Idiomas? ¿Bailes? ¿Folclore en general? Supongo que no. Si como almeriense y andaluz me tocan esos temas no me aguanto. Será otra clase de desigualdad la que tienen en mente. Por ejemplo, situación privilegiada de algunas comunidades autónomas o nacionalidades. Ante esas, yo también me planto. Sin embargo no parece ser esa actitud tan general hacia la desigualdad la de los que están planteando críticas mordaces ante las aspiraciones y exigencias de algunos partidos e instituciones de Cataluña. Porque aparte de esas desigualdades hay tratos y situaciones francamente rechazables y que no están en la agenda de aquellos agentes, sino más bien lo contrario. Las diferencias entre individuos en esta España es flagrante y no solo entre ricos y pobres, sino incluso entre los muy ricos y lo que queda de clase media. En lugar de promover medidas que palien de alguna manera esas desigualdades vía medidas fiscales por ejemplo, van en la dirección contraria. Las diferencias ciudad/campo, tema al que he dedicado algún que otro artículo, claman al cielo. Y no digamos nada de lo que acontece en ciertas periferias a la hora de recibir inversiones bien del gobierno central, bien de las cabeceras de las comunidades autónomas. Si pusiéramos el mismo empeño en saldar estas diferencias…otro gallo nos cantaría. Lo otro es pura hipocresía.

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