La tapia con sifón

Distintivos que no distinguen

Lo mejor de nuestro catálogo, aparte de las excelentes mermeladas de Lorusso, siguen siendo los quesos de cabra y los aceites

El lunes pasado planteaba la duda de si nuestra escueta presencia en las guías gastronómicas es culpa de la escasez de buenos profesionales y empresarios, o de la demanda de un público poco exigente. Las instituciones públicas están haciendo un evidente esfuerzo de divulgación de nuestros productos y de nuestra cocina. Ayuntamientos, Diputación, campañas nacionales e internacionales. La Academia de Gastronomía y TURESPAÑA acaban de firmar un acuerdo de para reforzar la promoción de España como destino gastronómico internacional. Es notable la presencia de nuestra provincia en ferias y congresos gastronómicos y turísticos. Cabe preguntarnos la rentabilidad de esas inversiones, tanto en la economía (parece que sí, los bares están llenos) como en la calidad de la oferta comestible. La capitalidad de 2019 costó un perral y, cuatro años después, el nivel gastronómico de bares y restaurantes no ha mejorado. Casi todo lo que se abre, siento repetirme, son franquicias. La cocina local no la practica casi nadie y la contemporánea tiene pocos intérpretes reseñables e innumerables imitadores de poca formación, usuarios del congelado y la 5ª gama.

Las distinciones de locales y productores que destaquen por su calidad y autenticidad son herramientas poderosas. Existen muchos distintivos de este tipo: mesa de oro, plato de oro, tapa de oro…y etiquetas “Sabor de…” en todas las provincias, algunos municipios y autonomías. Pero si la distinción se la dan a todo el que la pide, deja de ser una distinción: no se distingue la excelencia de la mediocridad, incluso de la baja estofa. Un ejemplo: he visto un embutido con el sello “Sabores Almería” hecho en Granada. Hay bares con el sello de usar productos almerienses y tienen poco más que un tomate y un aceite para las tostadas (el de freír no es ni de oliva). El cliente no puede distinguir porque todos tienen la distinción, y el hostelero no se ve estimulado a hacerlo mejor.

Lo mejor de nuestro catálogo, aparte de las excelentísimas mermeladas de Lorusso, siguen siendo los quesos de cabra y los aceites. La novedad de este año ha sido el “Koroneiki” de Oleoalmanzora, potente y armonioso. Cierro con un elogio a la oferta de vinos por copas de Nuestra Tierra: diecinueve, de los cuales ocho son de Almería. Además de dos manzanillas y un oloroso médium de Barbadillo.

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