MIENTRAS que las miras de la afición almeriense están puestas en la renovación o no de Unai Emery, yo tengo que reconocer que estoy más preocupado por otros aspectos más importantes para un club serio que por la posible marcha del técnico, que doy por segura, y que no me inquieta. No tengo nada contra Unai, al contrario. Le deseo la mejor de las suertes en su carrera deportiva. Él es pieza indispensable para entender la historia reciente de este joven club que de repente se ha colado entre los grandes. Pero no es la única.

A mi colega Miguel del Pino no le falta razón a la hora de ensalzar la figura del presidente, Alfonso García, pero yo, como en el caso de Unai, espero que no sea tan importante, como parece, en un futuro lejano. Me explico. Si queremos ser un club serio, si queremos tener historia y que la UD Almería siga viva dentro de 50 años, aquí no debe haber personas imprescindibles. Mala noticia sería que si se marcha Unai Emery, este equipo comience un declive deportivo, y peor noticia aún sería que si se marchara Alfonso García se nos acabara, por enésima vez, el fútbol en la capital.

Mi sueño es que el Almería crezca como entidad, con independencia de la gente que a lo largo de los años vayan pasando por aquí. Si se va Emery, ya vendrá otro, y si se va Alfonso, Almería tiene empresarios muy importantes que harían bien en dar un paso al frente.

Además, el club debe trabajar en tener una ciudad deportiva en condiciones (los políticos deberían echar aquí un cable), una infraestructura deportiva bien organizada y, sobre todo, mirar las formas y cuidar los detalles. No me entra en la cabeza que en un lugar tan sagrado para los futbolistas como es el autobús, tan sagrado como el propio vestuario, puedan campar a sus anchas directivos y acompañantes. No me parece serio. No basta con ser de Primera, también hay que parecerlo...