Europa navega por aguas populistas. Un bloqueo agrícola niega en Francia el mercado único. Pesos pesados de la UE retiran fondos a la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos, en contradicción con los valores de la Unión, mientras continua la matanza en Gaza. El presidente del Consejo Europeo ha estado a punto de dar una espantada y dejar al cargo a Viktor Orbán, el ultranacionalista húngaro amigo de Putin, que ha obstruido el apoyo financiero a Ucrania y retrasa la adhesión de Finlandia a la OTAN.

Los agricultores de Almería pierden 75 millones de euros a la semana por la colère de sus colegas franceses. Las protestas galas no solo han cortado carreteras; también han asaltado camiones españoles de frutas y verduras, una hostilidad que han sufrido con reiteración los tomates almerienses, imbatibles pero atacables por Ségolènes y piquetes. La insolencia de echar las culpas a quien no la tiene, ha contado también con la complicidad del neófito primer ministro francés, un tal Attal.

Para congraciarse con sus campesinos, Attal ha acusado en plan oportunista a los agricultores españoles de “competencia desleal” por utilizar fitosanitarios supuestamente permitidos en España y prohibidos en Francia. En realidad, las regulaciones medioambientales europeas, las importaciones de terceros países y la subida de los costes de producción han reducido las rentas agrarias. Para calmar la cólera francesa y su contagio a todo el continente, la Comisión Europea ha derogado alguna de estas medidas, consciente de que no se puede salvar el medioambiente sin los agricultores. El vicepresidente Maros Sefcovic, veterano diplomático eslovaco que lleva 14 años en la Comisión, ahora al frente del Pacto Verde europeo, es el blanco de las iras de los agricultores.

Con Sefcovic se reunió esta semana el presidente de la Junta de Andalucía para solicitar ayuda urgente para la Europa seca. Moreno no pudo evitar hacer un Attal y desviar el tiro de las culpas. En vez de reprochar al vicepresidente las medidas medioambientales y reformas que han restringido los fondos que reciben los agricultores andaluces, ha dicho en Bruselas que “el reparto de la PAC por parte del Gobierno español ha sido francamente malo para Andalucía”. Esto era falso cuando lo decía Susana Díaz de Rajoy y Arias Cañete y sigue siendo falso en boca del actual presidente de la Junta contra Sánchez y Planas. Moreno oculta la realidad; son políticas comunitarias las que establecen las políticas agrarias vigentes.

Todo esto ocurre a cuatro meses de unas elecciones europeas en las que se prevé un auge de la ultraderecha, con mucho voto rural. En las vísperas, Europa tiene una bajada de defensas, una gripe invernal. Con egoísmos, sectarismos y fundamentalismos, se niega a sí misma. El populismo está de moda.

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