Exhumación del Ausente

José Antonio que antes de ser fusilado, victima de la peor persecución religiosa sufrida en España, se confesó a Cristo

Hoy lunes, se habrá llevado a puro y debido efecto la decisión de la familia del difunto José Antonio Primo de Rivera de proceder a la exhumación de su cadáver del lugar que ocupa en la benedictina Basílica del Valle de los Caídos, en virtud de lo dispuesto en la Ley 20/2022, de 19 de octubre, de Memoria Democrática. José Antonio que antes de ser fusilado, victima de la peor persecución religiosa sufrida en España, se confesó a Cristo, perdonó a sus agresores y entregó su vida a Dios, sin más armas que un Crucifijo: "Ojalá fuera la mía la última sangre española que se vertiera en discordias civiles".

24 de abril, fecha que coincide con la fecha del nacimiento del "Ausente", José Antonio Primo de Rivera, volverá a realizarse la cuarta exhumación del cadáver del fundador de la Falange, que fue ejecutado en el bando republicano tras una irregular e ignominiosa sentencia judicial, como tantas otras en un bando y otro, dictada por un tribunal nada independiente e imparcial en el proceso penal que se le instruyó, cuya resolución judicial determinó su fusilamiento cuando los luceros del alba daban paso al gélido día 20 de noviembre de 1936, dando origen a declarar ese momento luctuoso como "día de luto nacional".

El 20 de noviembre de 1939 con la luz eucarística, tres años después de su ejecución, el fundador de Falange fue exhumado en Alicante y trasladado cruzando las tierras de España caída la tarde hasta la piedra dura del Monasterio de san Lorenzo del Escorial. Un cortejo de 10 días con miles de personas que escoltaron con unción el mártir cuerpo, paralizándose toda la actividad profesional y académica por donde iba discurriendo el féretro llevado a hombros por gentes con camisa azul y brazos en alto, armas boca abajo en señal de duelo y banderas que se rendían, y el sonido fúnebre del repique de las campanas de las iglesias, según se visualiza en la filmoteca nacional.

La tierra no le ha sido leve y volvió a ser trasladado en andas el día 6 de abril de 1959 hasta el Valle de Cuelgamuros, siendo inhumando con un rezó un responso por el abad mitrado. Y 86 años, 5 meses y 2 días, durante la Pascua florida, vuelve a retirarse la losa sepulcral para ser desplazados sus restos cadavéricos al Cementerio de san Isidro y dar cumplimiento al testamento: "Deseo ser enterrado conforme al rito de la religión Católica, Apostólica, Romana, que profeso, en tierra bendita y bajo el amparo de la Santa Cruz". Requiesce in pace.

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