La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Feijóo no acaba de dar la talla

El escrache contra un partido democrático no merece más que la condena sin matices, titubeos, esperas ni cálculos

Repetimos: si Núñez Feijóo quiere crecer como alternativa, tiene que mirar menos a su derecha y más a su izquierda. Los votos que necesita para llegar a la mayoría no ha de buscarlos en los caladeros de Vox, sino en los del PSOE y entre los abstencionistas. Viaje al centro y la moderación, no al radicalismo derechista.

Pero no hay manera. Por su mirada permanente con el retrovisor hacia Vox, por su ambigüedad gallega, por su naturaleza calculadora y pragmática o por todo ello, Feijóo dilapidó parte de su enorme potencial electoral durante las tortuosas negociaciones para la formación de los parlamentos y gobiernos autonómicos. Demostró que sus principios pueden ser flexibles, tal vez no tanto como los de Pedro Sánchez. Se llama oportunismo.

Ahora le ha pasado algo parecido. Ha tardado más de la cuenta en condenar rotundamente los ataques ultras a Ferraz y otras sedes del PSOE. Pero es que el retraso devalúa la propia condena. Porque un escrache cargado de violencia y odio contra un partido democrático no merece sino un rechazo enérgico e instantáneo de todos los partidos democráticos, de todos los demócratas. Sin titubeos, sin matices, sin esperas, sin cálculos sobre qué desgasta más al adversario.

Luego, pasados los disturbios, se podrá precisar que el partido agredido es el mismo que está pactando en estos días la amnistía para elementos más virulentos e incendiarios que los de ahora, como los CDR y los del Tsunami mal llamado Democrático en Cataluña. Por no hablar de los cogobernantes de Sumar, antes Unidas Podemos, cuyo promotor defendía y alentaba los escraches contra políticos–siempre que fueran del PP– como simple jarabe democrático, hasta que, alguacil alguacilado, tuvo que soportar alguno que otro, dirigido contra su familia y su chalé.

¿Qué puede hacer Feijóo con estas explosiones de violencia? Sólo una cosa: condenarlas desde el minuto uno y organizar bien las manifestaciones propias, legítimas y pacíficas, contra el disparate de la ley de amnistía y el relato anexo. Liderar el potente movimiento de malestar y protesta ciudadana contra un proyecto político que, si no rompe España, ayuda a quienes la odian y trabajan para destruirla, sin disimulos ni fingimientos. No hace falta intérprete, ni verificador, para entender a Puigdemont, Rufián u Otegi.

Quien porta una bandera nazi no puede defender la democracia. Así de fácil.

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