La tapia con sifón

Fideos japoneses

¿De verdad merece la pena meterse semejante "alimento" en el cuerpo por ahorrarse los diez minutos de cocer la pasta?

Los fideos instantáneos se han hecho con un buen número de consumidores españoles en menos de tres años, supongo que por lo fácil de su preparación, y quizá por la fama de saludable y ligera de la cocina japonesa. La primera razón es cierta, basta con añadir agua hirviendo al preparado, ya que viene deshidratado. La segunda razón es muy discutible. Estos platos están compuestos por pasta de trigo y un escaso acompañamiento de gambas, verduras o pollo.

Eso sí, aportan una cantidad notable de sal, grasas y calorías. Echemos un vistazo a los ingredientes, aunque no resulta fácil porque son largas listas de 20 o 30 elementos y con letra chica. Los fideos normales solo llevan harina, agua y sal, pero la pasta de estos fideos lleva además aceite de palma, almidón modificado, carbonato de sodio, carbonato de potasio… En los acompañamientos hay infinidad de aromas, especias, saborizantes, extracto de levadura, soja, vinagre, jengibre, guindilla, antioxidantes, colorantes, correctores de acidez y otras lindezas.

En cuanto a las calorías, como el elemento mayoritario es la pasta (entre el 90 % y el 80 %, según marcas), y además llevan bastantes grasas, tanto en la pasta como en las salsas, todas sobrepasan las 400 Kcal/100 g. De sal tampoco andan mal, alguna marca llega a 2,4 g/ 100 g, el doble del consumo recomendado para todo el día. Encima nos venden una guarnición que es muy escasa: el pollo no llega al 1 % en casi ninguna de las marcas que he mirado. Lo mismo ocurre con las gambas o las verduras. Algunas etiquetas engañan hábilmente: Yatekomo dice que tiene un 35,1 % de verduras, pero no se refiere al total del producto, sino que es un porcentaje del aderezo; como éste es un 8 % del total, el plato preparado no lleva ni el 3 % de verduras. Otros ni eso: en los Fideos Orientales Maggi la palabra "pollo" aparece en letras grandes, pero mucho más pequeño se indica "sabor a".

¿De verdad merece la pena meterse semejante "alimento" en el cuerpo serrano de uno, por ahorrarse los diez minutos de cocer una pasta de verdad? Mientras se cuece, da tiempo a preparar un aliño sano: champiñones salteados con ajo y alguna verdura (puede ser congelada), chorreón de AOVE, un pellizco de hierbas y queso rallado. O gambas y almejas con un tomate crudo picado y, en vez de queso, ralladura de hueva seca. Pelotazo de sabor.

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