República de las Letras

First dates, chicote y Almería

Duele cuando sale Almería por la televisión y queda mal porque sea almeriense el inútil de turno

Debo de estar haciéndome viejo: la televisión me vuelve a entretener. Incluso a veces dejo de leer para ver algún programa. Me interesan de nuevo esos que son de contenido social, de servicio social, en la estela de aquel de Paco Lobatón, Quién sabe dónde, o de aquel de Isabel Gemio, Tengo una carta para ti, o el actual de Juan y medio por las tardes en Canal Sur. Los que más me llaman la atención son esos que se convierten en un verdadero escaparate de la fauna humana actual de este país -todos lo son en realidad-, como First Dates o el de Alberto Chicote. En First Dates lo que más me ha importado siempre es lo superficiales e ignorantes que son muchos de los jóvenes que van a buscar pareja. Que se fijen sobre todo en los tatuajes y los piercings -o como demonios se diga eso- me parece frívolo y falto de seso. Que casi todos digan que han hecho o van a hacer puenting, paracaidismo y "deportes de riesgo", o que digan que hacen mucho deporte cuando a las claras se les ve que no es así, me parece de escasa personalidad y ganas de aparentar lo que no son. La mayoría de los jóvenes son gente que no ha estudiado en su momento y ahora hacen módulos de no sé qué y trabajan, casi todos y todas en la hostelería. Es decir, son camareros. Muchos presentan algún problema de personalidad o de adaptación social. Es lo que tenemos en España y lo que han fabricado los gobernantes con las malas leyes educativas que han ido promulgando. En cuanto a los mayores que van, es raro el o la que no se quita años y raro también el o la que quiere cambiar sus costumbres. La mayoría se venden mal.

En el programa de Chicote hubo un espacio dedicado a un bar de Almería. Leí las críticas a la vez que lo veía y se quejaban de que se dejara mal a la ciudad justo cuando aspiraba a ser capital gastronómica -lo que, por cierto, quedó en agua de borrajas-. La verdad es que quedó mal el chaval del bar: se reía de Chicote -es curioso como la misma forma de ser trabaja a veces en contra de nuestros propios intereses-, se había rodeado de amigotes malos profesionales, no tenía dotes organizativas..., un desastre. El chef estuvo varias veces por tirar la toalla y abandonarlo. Duele cuando sale Almería por la televisión y queda mal. Que no es Almería, ya se sabe, es el individuo el que queda mal. Pero duele que sea almeriense precisamente el inútil. Lo de la capitalidad gastronómica fue lo de menos.

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