República de las Letras

Gran acuerdo de gobierno

La inmensa mayoría de la gente no quiere extremos y desea seguir su vida en paz con todos los avances sociales posibles

En julio pasado los españoles dijeron que no querían un gobierno del PP con Vox. Feijóo fue incapaz de armar una mayoría, pues su intransigencia y monolitismo político solo le permitían negociar con la extrema derecha, continuó desoyendo el mandato de los electores y siguió uncido a Abascal para satisfacer a su propia ala extrema, representada por Ayuso. Pretendía gobernar basándose en el odio y la venganza, en el inmovilismo y la marginación del contrario, como hizo Franco, y los electores le dijeron que no, que ese no era el camino, que era la hora de negociar y llegar a acuerdos.

Es lo que ha hecho Pedro Sánchez. En contra de lo que dicen los palmeros del PP, ha sido capaz de aunar a la diversidad para formar un gobierno progresista. Ha negociado, ha cedido, ha obtenido compromisos a cambio y, todo lo contrario que Feijóo, ha llegado a un acuerdo de investidura y de gobierno sin intransigencias ni odios ni venganzas. Ha sido toda una lección de política contemporánea, democrática y parlamentaria. Sin duda, es el mejor político de la actualidad en España.

Y claro que ha cedido, y que va a tener que amnistiar a los independentistas catalanes, y que va a ampliar las competencias de los vascos, y enviar dinero a los canarios para recuperar La Palma de la catástrofe del volcán –ah, ¿pero no se había hecho ya? ¡Han pasado dos años!–, pero, con Sumar, va a poder continuar la política progresista emprendida en la anterior legislatura. Nos libramos del retroceso a las cavernas que representa Vox, del que ya sabemos sus orígenes financiado por los extremistas iraníes.

Sánchez va a obtener más apoyos parlamentarios que ninguno de los presidentes anteriores, mientras el PP llama a los extremistas a tomar las calles y acusa al futuro Gobierno de ilegítimo, como hace siempre que no gobierna. Insulta al Presidente, y agita a los franquistas, que siempre se creen en el deber de “salvar” España de quién sabe qué.

Menos mal que la inmensa mayoría de la gente se desmarca de los extremos y desea seguir su vida en paz, con todos los avances sociales que sean posibles en Sanidad, Educación, Derechos y Libertades. No le impresionan las banderitas y quiere progresar hacia un futuro mejor para sus hijos sin salvadores que nos salven ni nadie que nos diga lo que hay que pensar. Se presenta una ardua labor para el nuevo Gobierno progresista de coalición. Y, a los extremistas, ni caso.

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