Con el término “instalación” pretende darse rango artístico a la organización de un espacio o de un conjunto de objetos, sin que, muchas veces, se ponga más ingenio -salvo que se acuda al socorrido “minimalismo”- que solo el cambio del lugar o del sitio en que suelen estar las cosas de ordinario. De tal manera que, descolocadas las cosas, pueda entenderse que se encuentran en disposición de ser recogidas por los servicios de limpieza. Todavía más si amontonan y, cuando debiera apreciarse la relevancia artística de esa singular instalación, se estima que así están dispuestas y a propósito para ser retiradas. El arte popular, por otra parte, participa de la categoría artística, aunque se exprese la creación con sencillos recursos. Y pueden reunirse, entonces, la pretensión -no extrañará, aun con la inoportunidad, que se diga el “formato”- de una instalación y el carácter popular de la creación artística. Así se advierte en la imagen, con el lienzo de un palé -colgado del otro lienzo mayor del muro blanqueado- donde se distribuye y combina el color de las flores y el de las obras de punto. Ciertamente, no hay manifestación de excelencia artística, mas sí una sencilla inspiración creativa que supera la impostura pretenciosa de algunas instalaciones.