Una Málaga muy sevillana

Tiene que ser bueno el nuevo presidente de Unicaja, para llamándose Sevilla haber conseguido el cargo

Tiene que ser bueno el nuevo presidente que ha fichado Unicaja, pero bueno, bueno, para llamándose Sevilla haber conseguido el cargo. Leo que es madrileño. El presidente histórico y fundador de la entidad, con la fusión de las cajas de Ronda, Antequera, Málaga, Cádiz y Almería, a las que luego se sumó Jaén, era un sevillano de Marchena y bético, del que en Málaga nadie quiere acordarse. En aquellos tiempos, el fútbol era asunto de alta tensión, pero al catedrático Braulio Medel se le toleraba su procedencia en la sociedad local. Ahora, con el Málaga en la tercera división, ya no se canta en la Rosaleda “sevillano el que no bote”.

En estos tiempos modernos hay otros motivos de recelo entre las ciudades más grandes de la región. Por ejemplo, el corrillo que se llamó a sí mismo en un grupo de WhatsApp JuntsxMálaga; formado por políticos y altos cargos peperos malagueños que mandaban en la Junta. Aunque la suspicacia se ha diluido desde la marcha de su jefe natural Bendodo, para prosperar en Madrid, y el retorno de otros de sus componentes. Moreno es una excepción; es invitado y jaleado por la Sevilla eterna, que le perdona sus orígenes.

José Sevilla tiene un currículo de altos vuelos en la banca nacional e internacional, en Merrill Lynch, BBVA y Bankia. Ojo, no confundir al banquero con Jordi Sevilla, ministro con Zapatero y presidente de Red Eléctrica. El Sevilla de Unicaja es un dirigente externo que formará tándem con Isidro Rubiales, economista malagueño de Cortes de la Frontera, hombre de la casa y CEO del banco. Los dos son de la quinta del 64 y deben –en buena avenencia– llevar la nave por aguas tranquilas, después del fiero pulso que libraron Medel y el presidente saliente Azuaga, al olvidarse el primero de la mayoría andaluza que representaba al frente de la Fundación Bancaria Unicaja. Una pena, porque Unicaja le debe mucho a Medel y él le debe mucho a Unicaja. Podría haber sido un respetado rey emérito de por vida y sin embargo ha desaparecido del mapa, repudiado en su exilio sevillano.

Málaga y Sevilla se siguen mirando de reojo, aunque a veces hay fogonazos en los que se identifican: en la iglesia del Convento de las Mercedarias, de la malagueñísima calle Cruz del Molinillo, unos particulares ofrecieron el jueves una misa como desagravio por el cartel de la Semana Santa de Sevilla, que consideran blasfemo. Una Málaga muy sevillana recoge firmas contra esta obra que tacha de ofensiva. Las dos capitales no tienen una buena conexión sentimental o ferroviaria, pero sí que tienen un vínculo divino.

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