Si algo útil tuvo la impertinente moción de Vox liderada por el profesor Tamames acaso fuera la de aflorar algunas de esas cuestiones que tanto les cuesta abordar a los políticos profesionales, aunque sean frecuentes en tertulias de cafetines. Y ahí llegó D. Ramón, con su aureola intelectual para desgranar en el Congreso un abrumador listado de preguntas escabrosas, ante las que sus interlocutores solo pudieron salir como salieron, por peteneras: ese cante de moda en los tablaos parlamentarios de este país. Porque como sabrán la petenera alude a una técnica flamenca por la que uno se arranca, con más o menos salero, para escabullirse de la respuesta obligada. Y a petenera tabernaria (me perdone Machado) sonó el canto que le dieron a D. Ramón, cuando preguntó: ¿Por qué hay en España más de tres millones de paisanos, cobrando subsidios del paro, pero si llega un inmigrante encuentra trabajo al día siguiente? Y se le habló de Blas Piñar. O, ¿por qué hay territorios cuyo voto ciudadano tiene más valor que en otros, o que gozan privilegios fiscales del medievo? Y se recordó la ayuda a Ucrania. O al cuestionar si se explicará algún día el radical cambio de política sobre el Sáhara, a costa de romper la buena relación con Argelia: no se oyó nada. Pero digan al menos, añadía el sabio: ¿cómo presumen de economía pujante y baja inflación, cuando la subyacente se sitúa en el 7,5%, o sea 2,3 puntos más que la media en zona euro, el déficit estructural es más elevado de la historia y se ha triplicado el agujero de la Seguridad Social? Pues porque son progresistas, hombre, y los demás viven en una distopia.

No vi pero leí algo de las reflexiones del anciano profesor y busqué las respuestas que no se le dieron aunque merecía, porque se formularon en el foro más idóneo de la vida política, y he sido incapaz de hallar nada en los medios que responda a lo preguntado. Solo leí alusiones banales a lo estupendos que son y la suerte de que tengamos los políticos que nos gobiernan. Así que donde creía acceder a una moción lo que hallé fue un sarao propagandista para ignaros, incapaces de distinguir entre una sinfonía y un palo flamenco.

Y a ver, es obvio que hay temas cronificados de antiguo, que no son imputables a la gestión del Gobierno y es obvio que otros sí lo son. Pero lo más obvio es que los ciudadanos merecemos escuchar opiniones y que de las peteneras, se ocupen los flamencos.

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