Confieso que me extrañó mucho la reciente noticia de una investigación en la UAL sobre los efectos de cocinar patatas en microondas. Luego veo en el texto que se trata de unas papas que se venden envasadas en plástico y se cocinan dentro del propio envase. Cada vez son más habituales los titulares llamativos que al leer el texto se quedan casi en nada. O sea, que el peligro no está en el microondas ni en las patatas, sino en el plástico, que no aparece en el titular. Lo que me extrañó de verdad fue que haya patatas envasadas en plástico para cocer al microondas. ¿Por qué? Una patata sin pelar se cuece en el susodicho electrodoméstico en breves minutos, sin necesidad de envolverla en nada. Como no sabía ni que existía tal producto, no sé qué ventajas tiene sobre el método que acabo de decir. Y, por mucha comodidad que aporte, ¿merece la pena?

Si se demuestra que los efectos son perjudiciales para la salud, supongo que similares efectos se producirán también en la descongelación y/o cocinado de platos prefabricados. O de esas horribles palomitas que se hacen en su propio envase, con una grasa espantosa, por cierto. Hace ya setenta y cinco años que se vendió el primer microondas y todavía no se conoce bien. Algunos dicen que es cancerígeno, muchos lo usan solo para calentar la leche y otros, como vemos, para casi todo. Las tres opciones son incorrectas. Como cualquier herramienta culinaria, sirve para varios usos. Sabiendo que calienta de dentro a fuera y que no sobrepasa los cien grados, es apropiado para muchas cocciones suaves como el pochado, el vapor, el baño maría, el papillote, etcétera. Salen muy bien las verduras, las natillas, el pescado, fundir chocolate…

Al volver a nombrar los platos precocinados, una de las bestias negras de los amantes del buen comer y de los nutricionistas, me ha acordado de una conversación que tuve hace poco con un amigo. Resulta que un conocido suyo es nutricionista de la U.D. Almería y su restaurante favorito es una conocida franquicia de cocina italiana (ya saben, platos precocinados, congelados y enviados a sus locales para que los recalienten) y su segunda opción, uno de los más lamentables locales del parque de Las Familias. ¡Así va el Almería!, dijimos medio en broma. Ni él ni yo somos futboleros, pero coincidimos en que, en vez de cambiar de entrenador, a lo mejor hay que cambiar de nutricionista.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios