Premiadores y premiados 2021

A raíz de la resonancia de los premios iniciados por Diario de Almería se han propagado como setas

Está científicamente probada nuestra instintiva propensión a la imitación de lo que nos impresione, cautivos como vivimos de las neuronas espejo, un operativo neurobiológico que nos impele a remedar la misma acción exitosa avistada en otro congénere. Recuerden aquel Festival de San Remo (1951) que inspiró al de Benidorm y tras él, al resto de festivales estivales, incluida Almería, que brotaron y se disiparon por doquier. Pues algo así ocurre con esto de los Premios locales, que ya existían con escaso realce y que a raíz de la resonancia de los iniciados por el Diario de Almería, hizo que se propagaran como setas, todo tipo de premios, alguno, eso sí, más para el interés de los premiadores que por mérito de los premiados. Y claro que es loable que los oteadores sociales natos, señalen y laureen a personas o instituciones que, por su relevancia singular, merezcan el reconocimiento público. Lo que no parece tan plausible es que algunos de tales premios se malvendan y prostituyan mercadeados por los premiadores. Un riesgo proscrito para el Jurado del Diario cuya selección atiende, con más o menos fortuna, pero exclusivamente, a valores propios de los premiados, sin peajes ni presión ajena. De ahí que también este año, podamos alardear con premiados como José Mª Rossell, referente en la consolidación del sector turístico almeriense, un sector que si opera sobre el 10% del PIB mundial, su impacto en la economía y el PIB provincial, acaso reduplique tal porcentaje. O como el obispo Ginés García en obligada respuesta al reconocimiento que sobre su fructífero apostolado venían reclamando las comunidades católicas más proactivas de nuestra provincia, beneficiarias directas de su labor pastoral. O qué decir de esa princesa del arte local Laura Diepstraten, que con solo 15 años ya ganó un certamen europeo al ser capaz de imaginar y erigirse un hogar melódico a su medida, donde cobijar unos anhelos musicales y vitales desde el que irradiará, no tengo duda, la magia que ilumine su vida y la nuestra. Y como, en fin, el doctor Ramón Fernández, modelo de esa ética que prioriza el humanismo sobre del utilitarismo, como justo descendiente directo que es de aquel Centauro Quirón, hijo de Crono y hermanastro de Zeus, y de su discípulo el gran Asclepio, símbolos del arte de sanación que Ramón nos ha dispensado a sus paisanos durante decenios. Gracias a todos ellos por lo mucho que tienen y nos dan.

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