Un Psoe vaciado de ideario

Un desguace que no ha pasado desapercibido a voces como la de A. Elorza, que delata a este 'sanchismo' resentido

Entre los factores que han oficiado la debacle del Psoe andaluz, acaso el "voto en contra" o de repulsa al errático P. Sánchez y al pamplineo de su socialismo de salón, haya tenido más peso en la victoria de J. Moreno que el mérito de éste. Habría una colleja al Sanchez esquizoide que, un día dice una cosa y al siguiente hace lo contrario, que indulta a indepes, les financia fanfarrias o que libera a sicarios de ETA y les sufraga los agasajos supremacistas. O sea una política vasalla orientada solo, a seguir con su poltrona y su avión. A la vez que, de puertas adentro ha ido desterrando, con sañuda impiedad, desde 2018, cualquier voz crítica dentro de su propio partido, que no eran pocas, siguiendo un plan de represalias contra quienes le cesaron en 2016 como secretario del Psoe. Un desguace partidista que no ha pasado desapercibido a voces como la de A. Elorza, que delata a este sanchismo resentido, que habría consolidado "un monopolio de poder, una verdadera autocracia", dentro del Psoe. Y quizá tenga razón. Al socialismo que gobernó antes de Zapatero se le recuerda, con sus luces y sombras, dialéctico en sus ideales por mejorar la sociedad. Mientras que, entre los monocordes actores actuales lo único que resalta, y asombra, es su ceguera para alinearse con talantes tan rancios y poco izquierdosos como el nacionalismo o el lingüismo de exclusión regionalista. ¿Pero qué horror de "socialismo" es ese? ¿Qué vacío doctrinario le lleva a asumir propuestas tan reaccionarias del pasado? No son preguntas retóricas ni tal vez ajenas al hecho de que, como apunta otro fino analista, F. Ovejero, buena parte de las reivindicaciones progresistas que otrora fueran pilares identitarios de la izquierda clásica (el sufragio universal, las pensiones, las protecciones sociales, educación y sanidad universal, las jornadas laborales de ocho horas, etc.) formen parte ya del catálogo consolidado en toda oferta política europea, tanto si gobierna la derecha como la izquierda, como valores morales comunes, incorporados en todos los programas, aunque con variables no siempre claras. Y que, para significarse, este sanchismo medrador, vaciado de ideario distintivo, no parece tener mejor proyecto que apuntarse a reclamos de minorías radicales y emplear miles de millones en reeducarnos, entre escuelas y medios, en baraterías sexistas sobre cómo hay que hacer el amor, mono, hetero o trans. Y así le va.

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