Carta del Director/Luz de cobre

Redes sociales: gloria efímera y hacer caja

Los protagonistas no pasarán a la historia por su hazaña. Sólo logran que los siga una pléyade de borregos domesticados

Las redes sociales se han convertido, por méritos propios, en el escaparate en el que proyectar todos nuestros egos, el trampolín que te lleva a la fama, aunque de forma efímera, y una forma fácil de hacer caja, si eres capaz de lograr likes o visualizaciones como para hacerlo rentable. Y en esas estamos, aunque también los hay que sólo buscan la proyección de la que carecen al menor coste posible y con el máximo rendimiento dentro del cortoplacismo y la fugacidad en la que la sociedad vive instalada.

Viene todo esto por el vídeo viral que un grupo de jóvenes, que se hacen llamar “La Tribu”, publicaba la semana pasada en redes sociales. La gesta no era otra que saltarse las reglas, penetrar en el interior de las instalaciones de El Cable Inglés, cuando estaba cerrado y lanzarse al agua buscando, como les decía, proyección mediática, rendimiento pecuniario y satisfacción del ego.

En los tiempos que corren sumar visitas cada vez es más dificultoso porque está casi todo hecho, por lo que la imaginación y la inventiva necesita de retos complicados, arriesgados y novedosos para satisfacer a los seguidores más exquisitos, que cada vez exigen más.

En el caso que nos ocupa no sólo han puesto en peligro su integridad -ellos aseguran que son expertos- sino que han proyectado la imagen a los demás de que las normas se pueden infringir e irse “de rositas”.

Conscientes del revuelo montado, los protagonistas de esta historia, se han apresurado a pedir perdón por la “gamberrada”. Es un paso, pero el objetivo ya estaba logrado, que no era otro que hacer caja si era posible e, incluso, salir del mundo de las redes para trasladar su “gesta” a los medios de comunicación tradicionales, como son los periódicos, la televisión y la radio. Objetivo, por tanto, alcanzando y con creces.

En el mundo de la inconsciencia, de lo banal, de lo simple, la hazaña de nuestros amigos de La Tribu no pasará a la historia como una gesta, pero si deja un poso para los que vengan detrás de búsqueda de retos al precio que sea y, si no ilegales, si incorrectos y criticables. Los monumentos hechos por el hombre, como es el caso, o naturales, no están ahí para el lucimiento personal, sino para la suma de un colectivo. La prueba más irreverente de lo que afirmo llega dos días después, cuando un menor con las mismas ganas de fama efímera no se le ocurre otra cosa que talar el árbol de Robin Hood en Inglaterra. Un ejemplar de trescientos años en el muro de Adriano y todo un símbolo y casi un mito en aquel país. La sociedad, no en todos los casos, camina por la senda de lo superfluo, de lo simple, de lo trivial e insustancial. Cualquiera de nuestros protagonistas cree, piensa o imagina que pasará a la historia por una simpleza de este tipo. La respuesta es no. ¿Qué logran? El seguimiento de una pléyade de borregos domesticados. Sólo eso.

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