República de las Letras

Releer

Con el franquismo España tenía que haber quedado vacunada para siempre, escarmentada para muchas décadas

Con los años, tengo entendido, atrae releer los textos que una vez fueron significativos para uno, aquellos de los que se aprendió, los que ayudaron a comprender la Vida, a andar por ella y a comprenderse a sí mismo. Son los libros que una vez fueron imprescindibles y conformaron una forma de pensar, de concebir el Mundo. Quizá no los que figuraban en el canon de cada época, de cada década, pero que resultaron útiles para documentar opiniones propias, para completar informaciones fragmentadas o para formarse una idea de cómo eran las cosas. Releer es ahora, al cabo de los años, lo que más hago. Y a veces me sorprendo de las notas que añadí, de los subrayados que dejé o del uso que hice de aquello que leí. También de lo mucho que olvidé.

Lo último, lo que releo ahora, es una colección de libros publicados por El Mundo hace unos veinte años sobre la historia del franquismo. No, no quiero olvidar el franquismo: puede volver. No tal cual lo vivimos. Quiero decir que puede volver otra época de represión, de falta de libertades, de ignominia. Algunos es lo que quieren. Y otros, inconscientes de lo que perderían, que sería mucho, los votan. Compré parte de esa colección para documentar los “años del hambre” en mi libro RETRATO PARCIAL EN ROJO, y otra parte para basar mis experiencias en los años cincuenta y sesenta en mi libro BARRIO ALTO. Y no deja de asombrarme de que todo aquello ocurriera, de que después de experimentar la libertad y la ilusión de la República sobrevinieran, finalizada la nefasta por muchos motivos Guerra Civil 1936-39, casi cuatro décadas de dictadura nacional-católica. Y que ahora reverdezca en forma de neofascismo y trate de embrutecer a los jóvenes. La Historia, ciertamente, se repite. No siempre igual, pero se repite. No aprendemos nada de ella. Con el franquismo España tenía que haber quedado vacunada para siempre. Esos antecedentes políticos nos tenían que haber escarmentado para muchas, muchas décadas, siglos quizá. Quizá algún día se den cuenta quienes no dudan en utilizar a la gente, a las instituciones del Estado y al país entero para dañar la convivencia, para alejar a los jóvenes de lo que les interesa, de la política, para infundir en la gente desasosiego y temor con el único fin de volver al poder. Deberíamos haber aprendido a convivir, a utilizar el sistema democrático y la política para el bien de todos. Ese es su verdadero fin.

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