Resurrexit, sicut dixit, alleluia!

Esta muerte de Dios ha encontrado su cobijo en la globalización del relativismo ético y moral

En cada Misa después de la consagración repetimos : "Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ven Señor Jesús". Otra muerte de Dios ha sido proclamada en nuestro mundo occidental descristianizado. Cuando en el ámbito de la cultura se habla de la muerte de Dios, es una muerte de Dios ideológica no histórica.

No podemos desconocer la existencia de este punto de vista marxista, una muerte diferente de Dios en la proclama de Nietzsche: ¿ A dónde se ha ido Dios?. Te lo diré yo: fuimos nosotros quienes lo matamos, tu y yo, nunca hubo acción más ignominiosa, la cual continuamos realizando sin fe alguna. Y no es la Nada lo que intercede ante nosotros anulando a Dios, sino el considerarnos súper hombres. Esto se ve a diario en la clase política, pero un día nos daremos cuenta que sin Dios el hombre no es nada.

Esta muerte de Dios en la Historia de la Humanidad ha encontrado su cobijo en la globalización del relativismo ético y moral, el nihilismo, la ausencia de Dios. La vida sin esperanza, sin sentido. No sabemos a dónde vamos caminando cada día que amanece, vamos vagando espiritualmente a una nada infinita. Consideramos al ser humano para la muerte, más allá del bien y del mal. No hay más que males en el mundo. Es la realidad actual.

Jesús en la Cruz ya nos los dijo en el Calvario: "Padre perdónalos porque no saben lo que hacen". Estas palabras se las dijo a toda la Humanidad hace dos mil años, y nos lo sigue diciendo ante la posmodernidad con más desgarro ante el relativismo en todos los aspectos de la vida, incluida la religión, convirtiéndose la misma en líquido, incluso, vaporoso.

Esto es lo que nos espera el Lunes de Pascua ante el drama humano y el espíritu de negación sino proclamamos cada día ante el Altar: ¡Ven Señor Jesús!, alimentándonos en cada Eucaristía con su Cuerpo, Alma y Divinidad del Señor de Resucitado, el Señor de la Vida y la Esperanza, que ayer Domingo de Resurrección, tras la muerte en cruz de Jesús de Nazaret, nos volvió a dar otra oportunidad con su encuentro un abrazo de filiación divina, si tenemos el corazón abierto a la verdad, invitándonos al banquete eterno de la plenitud de la vida.

No dejemos los creyentes, cristianos, cofrades, ante tantas flaquezas y desencuentros mundanos, ser arrastrados como plumas sin peso a ese agujero negro del universo espiritual, que es la nada, apelando a la Fe y repitiendo cada día : Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ven Señor Jesús. Paz y Bien.

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