República de las Letras

SUMAR, SÍ SE PUEDE

¿Qué les ocurre a los dirigentes de Podemos para ser tan reticentes con la formación de la coalición de Yolanda Díaz?

Hayan acudido o no los dirigentes de Podemos a la convocatoria de Yolanda Díaz el domingo para la constitución de SUMAR, aún se puede realizar la unidad de la izquierda para las próximas elecciones generales. A todas las partes interesa. A SUMAR, porque su potencia electoral será mayor. A Podemos, porque evitará así su agonía, ya que es evidente que en las elecciones será penalizada por el electorado en beneficio de la nueva fuerza. Y al PSOE porque una izquierda fuerte le es indispensable para el mantenimiento del estatus actual y renovar el gobierno de coalición para la próxima legislatura. Y los beneficios serán aún mayores. Las políticas progresistas continuarán. El diálogo social se mantendrá, tanto con los sindicatos como con los empresarios. El salario mínimo, las pensiones, la lucha contra el cambio climático, el freno a la privatización de la sanidad pública, el ingreso mínimo vital, las ayudas sociales, las políticas feministas…

¿Qué les ocurre a los dirigentes de Podemos para ser tan reticentes con la formación de una coalición electoral a la izquierda de los socialistas? El único escollo es su afán de permanecer en la cumbre. Esto es viejo ya en la izquierda. Antes se podían aducir diferencias ideológicas insalvables, como ocurrió en Andalucía en las últimas elecciones autonómicas, con desastroso resultado, por cierto. Pero ahora todas las fuerzas que concurren en SUMAR comparten ideas muy próximas. Y hora es ya, después de siglo y medio, de que se convenzan de que nadie, nadie, es indispensable. Todos son instrumentos prescindibles. Todos pueden ser sustituidos.

Precisamente Podemos es la fuerza más necesitada de esta coalición. A pesar de su treintena de diputados, es evidente que su poder de atracción se ha estancado, a juzgar por las encuestas. Podemos, en su estado actual, no puede aspirar a formar gobierno por sí solo. Como instrumento de intervención de la clase trabajadora, los pensionistas, las mujeres, los jóvenes, etc. en la política del país ya no es eficaz, ha perdido su pulso. La dirigencia actual no ha conseguido elevar sus posibilidades electorales. Se impone un golpe de timón, un cambio de rumbo.

La división, históricamente, ha sido un desastre para la izquierda. Alzarse con la autoridad moral e ideológica es un error. Envanecerse y defender los propios intereses por encima de los de las clases sociales concernidas, es un pecado.

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