Carta del Director/Luz de cobre

Las Salinas de Cabo de Gata: agua, flamencos e ideas peregrinas

Todos quisiéramos que el desaguisado se hubiera arreglado en menos que canta un gallo. Pero eso sólo ocurre en las películas

Contemplar Las Salinas de Cabo de Gata desecadas a nadie le gusta. Ver como la rica biodiversidad que albergaba la zona ha desaparecido por la falta de agua provoca tristeza en cualquier amante de la naturaleza, incluso entre aquellos defensores del asfalto y la construcción y desazón en el mundo del ecologismo y paladines de los hábitats naturales y su máxima protección.Hasta aquí nada que objetar y pienso que ustedes tampoco pondrían muchos peros a este somero análisis inicial de un problema, que estará enquistado mientras el agua no vuelva a inundar el paraje. Se politizará en busca de réditos políticos y escucharemos numerosas ideas y propuestas peregrinas de los amantes del titular urgente y de las ‘fake news’ y el enredo.La realidad dista mucho de cualquier planteamiento imprudente, rápido y facilón. El derrumbe de una cimbra o acequia subterránea que permite al agua del mar sostener la biodiversidad dio al traste con un humedal creado por el hombre, del que multitud de especies se han beneficiado con la normalidad de lo cotidiano y con la vida que la naturaleza ofrece a poco que la mimes.Todos quisiéramos que el desaguisado estuviese arreglado en menos que canta un gallo. Pero eso, muy a nuestro pesar, sólo sucede en las películas. La realidad siempre supera a la ficción y, en este caso, no es otra que una obra compleja que, seguramente no permitirá ver la zona recuperada del todo hasta bien avanzada la primavera. Aunque no lo crean la sequía no ha provocado un desastre ecológico. Las aves, como ocurre en cualquier desecación, buscan alternativas con la misma facilidad que un político -da igual la ideología- se planta en el humedal y ofrece una master class de biología y ecologismo.Es cierto que las cosas se podrían haber hecho de otra manera, con algo más de criterio y más celeridad. Lamentamos que haya sido la presión mediática la que haya hecho reaccionar a las administraciones, a pesar de que los terrenos son privados. Pero no se trata de tensionar en nombre del ecologismo, cuando todos sabemos que lo que se ha buscado desde el inicio, por todas las partes, ha sido la suma de unos votos para la causa. Y en eso seguimos. Los que ejercen el poder tratando de hallar soluciones milagrosas que simplemente no existen y la oposición en planteamientos alejados de la realidad porque no gobierna, en la búsqueda de la misma soldada en sobres de papeletas y votos que esperan recoger como cosecha de una siembra abundante en declaraciones, pero algo escasa en coherencia. El Parque Natural de Cabo de Gata es la joya de la corona del Mediterráneo. Aunque parezca extraño no debe ser moneda de cambio político y sí el argumento perfecto para situar a la provincia en el mapa del ecologismo, de lo verde y sostenible. Otros planteamientos tienen poco o nulo sentido.

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