República de las Letras

San Valentín

El Ayuntamiento debe disponer una sala para celebrar bodas civiles con toda la solemnidad y dignidad que merecen

El Día de los Enamorados también se ha convertido en ocasión comercial, como no podía ser menos. Poco importa que la onomástica sea religiosa, siempre acaba convirtiéndose en profana, laica, por ese arte que tiene el sistema capitalista de reconvertir todo en comercio, negocio y dinero. Pero, en fin, está bien que, como los antiguos griegos y romanos, tengamos un día del año dedicado al amor y, por tanto, al erotismo. En tiempos del nacionalcatolicismo ni se planteaba tal cosa. Cómo hemos evolucionado.

Dicen que San Valentín está enterrado en la Catedral de Almería, lo que me parece muy improbable. Pero, en fin, qué malo tiene imaginarlo. Colocaron también una especie de monumento en la Plaza Campoamor, donde la gente ha ido poniendo candados que quieren simbolizar la eternidad imposible del amor verdadero. Curioso que el amor se simbolice con un candado… cerrado. Es lo que tiene nuestra mentalidad católica, mezquina y represiva, que es… eso, cerrada.

Quiero aprovechar día tan especial para requerir otra vez al Ayuntamiento de Almería la creación de un salón de ceremonias en la recién remodelada -con el dinero de todos- Casa Consistorial. Una sala que tenga salida directa a la Plaza Vieja o a la de San Fernando, donde celebrar bodas civiles con toda la solemnidad y dignidad que merecen. Hasta ahora no se puede decir que este municipio las haya favorecido demasiado, respondiendo a la ideología de la mayoría que gobierna la capital de la provincia. Sin embargo, ya son más los matrimonios laicos que los religiosos, como en toda Europa o, por lo menos, la parte más civilizada de esta. Es necesario un lugar que haga posible todos los ritos que componen la ceremonia, toda la secuencia del ritual de paso que es. Mediante ese ritual, esa cadena de ritos, los novios abandonan un estatus social e inauguran otro en sus vidas, ante la aceptación jubilosa de sus familiares y amigos. El entorno, el lugar en que se realizan también interviene en el rito, como sabe muy bien la Iglesia, que siempre ha cuidado mucho esta parte, la dimensión pública del ritual. Lo que se dio en llamar hace años "el marco incomparable". Bueno, pues ese marco adaptado a ocasión tan especial, no lo ha cuidado nunca el Ayuntamiento, aun entrando como entra entre sus funciones la de oficiar bodas. Así que este es el momento, cuando van a estrenar su flamante edificio. Feliz San Valentín, enamorados.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios