Hace dos décadas el Premio Nobel de Literatura José Saramago comparó la situación que el Gobierno de Israel imponía al pueblo palestino con la que vivieron muchos judíos en campos de concentración nazis como el de Auschwitz. El tiempo le ha dado la razón. Ayer miles de personas se manifestaron en diez ciudades andaluzas para exigir que se termine el ataque indiscriminado contra población civil en Palestina. Hierve la sangre ver la matanza diaria en Gaza. El ejército de Israel ha sacrificado ya a diez niños por cada una de las víctimas del ataque terrorista de Hamas del 7 de octubre. El sufrimiento se extiende. Un centenar de secuestrados llevan más de 100 días en manos de Hamas. Y se expande el conflicto a países vecinos. Todo jaleado por un bombardeo testimonial en múltiples direcciones. Pero se predica mucho y se hace poco, como ha dicho Josep Borrell.

Después están las trampas morales. Hamas fue financiado por el Gobierno de Israel para debilitar a la Autoridad Palestina liderada por Al-Fatah, la organización político-militar fundada por Yasser Arafat en 1958. Lo dijo el jefe de la diplomacia europea el viernes. Los millones de dólares con los que Qatar ha financiado a Hamas contaban con el beneplácito de sucesivos gobiernos israelíes; se infiere que como un seguro para que nunca exista un estado palestino. Borrell aboga por imponer desde fuera la creación de dos estados, lo que no parece realista dado el dominio militar de Israel sobre la totalidad del territorio y el apoyo incondicional del ejército americano.

En 2002, Saramago visitó Palestina con una delegación del Parlamento Internacional de Escritores. Acusó a Ariel Sharon, primer ministro entonces, del Likud como Netanyahu, de pretender convertir el llamado territorio palestino en un inmenso campo de concentración. A su vuelta en una entrevista en CTXT explicó: “Un sentimiento de impunidad caracteriza hoy al pueblo israelí y a su ejército; se han convertido en rentistas del holocausto. Estamos hablando de un pueblo que vive preso de un imaginario enfermizo que le hace sentirse elegido y, por tanto, avalado por una patente de corso de origen divino”.

Francesca Albanese, relatora especial de la ONU sobre la situación de los derechos humanos en los territorios ocupados, de visita en España, cree que es muy probable que en Gaza se esté cometiendo genocidio. “De los 24.000 muertos, el 70% son mujeres y niños. En Srebrenica hubo 8.000 asesinados y en Ucrania seguramente la cifra de muertos civiles no llega a 8.000. Esta de la Franja es la monstruosidad de nuestro siglo”. En declaraciones a El País, Albanese aplaude el coraje que ha tenido Sudáfrica para denunciar a Israel por genocidio ante la Corte Internacional de Justicia: “Se necesita valor y una gran brújula moral”. La que tuvo Saramago en 2002. Si hay un estado, por su historia, que no debería infligir este sufrimiento a los palestinos ese es Israel.

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