Soporbrujas

El resultado es un peregrinaje de sábado a Soportújar, a ver las brujas. La bruja vive en una casa de pan de jengibre

Afloja el aire hirviente interminan las curvas más allá de los pueblos bonitos de la Alpujarra granadina, un paciente guardés de aparcamientos públicos debajo de una higuera cobra los 5 € preceptivos para aparcar en el descampao del pueblo lleno de magias y brujas, cuentos y leyendas, souvernirs hechos a golpe de invención. Donde no había nada hay un cuento de Hansel y Gretel, viven los cuentos troquelados, venden granizado de sandía y bocatas de jamón y queso. Como desgañita el móvil a base de selfies triunfa la idea peregrina. A cualquier concejal de cualquier pueblo le hubieran tirado la tomatina si se le ocurre la idea de poblar el pueblo de esculturas acartonadas de la casita de chocolate del cuento, la serpiente mágica, el dragón y baba yaga. Baba yaga pata de hueso de nariz azul, todo mezclado en un crisol, lo pongo a calentar dos horas ni una más. El resultado es un peregrinaje de sábado a Soportújar, a ver las brujas. La bruja vive en una casa de pan de jengibre, pasteles y caramelos, tabletas de chocolate, lacasitos y sugus. Mejor esto que en principio no viene a cuento que en los que si viene a cuento y mucho en muchos pueblos y sitios se caiga todo a pedazos por mor de politicastros de sillón ancho. Y para lo que es, 265 habitantes, ahí es nada, un pueblo de fantasía. Seamos claros y diáfanos, la Alpujarra granadina se ha sabido vender, y más sacando partido de cosas que en principio no tenían nada que ver, y la Alpujarra almeriense (siempre muy almeriense todo) su lema es ven que es muy bonito. Aparcamientos organizados (y cobrados) bares, tascas y terrazas en cada esquina, la calle más estrecha del mundo, absténganse los del sillón ancho, y de regalo un día sin demasiado calor. En otros municipios, como no podía ser menos, gresca a tomatazos entre los políticos de turno, patada al sillón, titulares y discursos, picos de oro gastando chaqué y zurzimiento a troche para la población. Si sale el bache ahí se queda para siempre, con población y presupuesto para arreglar las cosas quince veces, con accesos duplicados y triplicados y traca en la feria, cohetes que se tiran, hacen pum y hacen pam y al día siguiente viene la empresa municipal de recogida de basuras y hasta otra. No es fácil llegar a Soportújar, pero es fácil subir y bajar las cuestas, nadie engaña a nadie, el cuento es puro cuento, contado y modelado. Y colorín, colorado, érase una vez.

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