Y 0 también fui expulsado del instituto en una ocasión: como tantos jóvenes, no sabía distinguir a priori la finalidad de cada uno de los espacios que habitaba. Fue necesario que, como al resto, las personas del entorno me fuesen ayudando a descubrir cada una de esas finalidades. Cada cual lo hizo a su manera, pero todos sabían que habían de corregirme. Y me fui dejando hacer. Por eso, después de arrancar una puerta de cuajo, el Jefe de Estudios me dijo que sólo volvería a entrar cuando mi padre fuese a hablar con él: comprendí que lo de sacar las puertas de quicio no estaba bien. Cuando le dije a mi padre lo de la expulsión, su doble respuesta me siguió ayudando: recibí una monumental hostia seguida de un "¿y por qué ha sido?". Al decirle lo que había hecho "sin destornillador", un segundo guantazo me hizo comprender que hay más de una derivada de cada acción.

No fue la prensa inmediatamente a preguntar a los demás adolescentes qué pensaban de aquello de correr como novillos por los pasillos del instituto, ni hubo necesidad de que los profesores se posicionaran a favor o en contra de la expulsión. Ningún noticiario local se hizo eco del hecho. No tuve más remedio que reaccionar y superarlo eligiendo nuevos espacios donde dar rienda suelta a mis emociones adolescentes. Hoy la situación podría haberse tornado muy distinta, incluso haber llegado al ámbito político y hacer partido de ella. Suerte que ahora sólo ha sido Caperucita Feroz quien ha desentonado: cualquier cosa, menos corregir a esos estudiantes.

A ver: ¿qué le importa a nuestra sociedad lo que piense un grupo de jóvenes al respecto de la actitud inaceptable de los estudiantes que estos días han recordado que la vida en los colegios mayores tiene cosas que no debieran darse? Sí, así de claro: ¿qué mierda nos importa a la sociedad que existan en ella personas que se creen que lo derivado de un comportamiento hormonal es razonable por natural? Si vamos a justificar los hechos "porque son cosas de la edad y de la tradición", dejemos de luchar contra las injusticias, dejemos de luchar contra el dolor; ¡no cambiemos nada, que así ha sido siempre! Lo que piense un grupo concreto de jóvenes sólo tiene interés académico, que es desde donde han de estudiarse las conductas humanas. En sociedad, lo que corresponde es aplicar los valores humanos centrados en la convivencia y en el respeto a la dignidad de las personas.

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