Carta del Director/Luz de cobre

Soterramiento, entre la esperanza y la inquietud

El soterramiento de las vías del tren o las obras del AVE jamás deberían usarse como arma política en Almería

Fumata blanca. Después de cuatro meses de desvaríos, acusaciones mutuas, política cortoplacista y mentiras calculadas, el Gobierno, la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de la capital han aprobado el convenio que parece, -hasta que no vea las obras no lo creeré- que saca del baúl de los recuerdos el soterramiento de las vías del tren de la capital. Las partes implicadas han expresado su compromiso de acelerar su firma y contratar lo antes posible las obras de integración del ferrocarril en la ciudad.

La reunión de la sociedad Almería Alta Velocidad, por fin, ha sido capaz de desencallar un barco que amenazaba en las últimas semanas con varar irremediablemente en los bancos de arena que alguna de las partes había situado de forma estratégica. Desconozco si de forma deliberada o no, para alargar una obra fundamental para que los plazos de la llegada del AVE a la capital se mantengan en los márgenes establecidos.

Vamos a estar muy atentos a lo que sucede. Mucho me temo que la clave, tal y como reconocen desde el Ayuntamiento capitalino, va a estar en poner fecha a la contratación de las obras, consistentes en soterrar la travesía ferroviaria que divide la ciudad, con una longitud aproximada de 1,5 kilómetros con una plataforma de doble vía, en prolongación del túnel construido hasta El Puche. Además, está prevista la remodelación y adecuación de la actual estación de Almería, que se mantendrá en superficie, diferenciando dos edificios: uno para la explotación ferroviaria y otro para la estación de autobuses. La nueva playa de vías y andenes estará adaptada a la Alta Velocidad.

Varias consideraciones hay que tener en cuenta bajo la convicción y la creencia de que la presión mediática y social de que la trilogía -Gobierno, Junta y Ayuntamiento- ha sido capaz de aunar voluntades que nunca debieron romperse. El soterramiento de las vías y el AVE con Murcia es una prioridad de tal calado para esta provincia, capaz de alejar de una vez y para siempre el síndrome de esquina que tenemos inoculado hasta los tuétanos, que jamás debiera haberse usado como arma política. Aquellos que nos gobiernan, da igual la institución, debían tener claro -no siempre sucede- que están ahí para resolver los problemas de los ciudadanos, no para enfrascarse en disputas electoralistas en las que un puñado de votos es capaz de distorsionar objetivos comunes en beneficio de todos.

Quiero pensar que esta ocasión es la definitiva. Que por fin ha llegado la hora de los técnicos, de los obreros y de las máquinas y que ya nada ni nadie podrá empañar un proyecto que modificará de forma sustancial el concepto de viaje que hasta ahora tenemos. Sólo con imaginación y con optimismo podremos dibujar en nuestros cerebros la que se avecina en positivo, para una tierra de emprendedores en la que un poco de ayuda pública disparará el crecimiento.

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