Torridez

Los refrescos con cafeína inyectan suero termodinámico en lasvenas asfixiadas

18 de julio, el sol es una bomba de racimo y todo el mundo huye despavorido. El calor es un aliado de los despachos donde se puede derrochar aire acondicionado y corbatas y se puede mirar con un nivel superior a los ojos de los que sudorosos vienen de la calle sofocante para sentarse enfrente del empleado refrigerado que mira insistentemente el reloj porque es dueño a la vez del reloj y el tiempo. El tiempo existe para él porque por la tarde tiene la opción de refrigerarse automáticamente en su casa o ir a las pesadas compras u obligaciones de supervivencia. También puede optar en su metaverso por ser un liberado de obligaciones domésticas y tomar infinitos cafés en otro local asistido por el aire helado de las máquinas. Las carreteras son sartenes calientes que terminan en otro cruce y el cruce lleva a otra carretera que termina en otro cruce y así sucesivamente. En las carreteras desiertas en las que ves espejismos blandos en el horizonte te asiste el frío tímido que sale por las rejillas del motor y puedes ingerir eternas botellas de agua fría que sirven en las gasolineras, los surtidores de frío líquido resucitador, su vida, gracias, su muerte, de nada. Los refrescos con cafeína inyectan suero termodinámico en las venas asfixiadas. Hay asientos térmicos en las cafeterías abiertas con un hilo de frío intermitente, cambian los rostros pero no cambian las tazas de café hecho de rescoldos de los expansivos vapores. A lo lejos, en los monitores, se ven playas prolíficas, paraísos de pieles polimórficas que miran a la otra mitad de los galeotes con suficiencia. Con otro golpe de remo siguen viviendo en los asfaltos calientes con chalecos reflectantes e hierros candentes en la mano, con el bruxismo de las herramientas hoscas mientras miran tras los parabrisas inocuos automovilistas. Queman gasolina a elevadas temperaturas indiferentes al calor exterior, ambos interior y exterior rompen records, asimilan los trópicos abren grietas en la tierra caliente. Batiendo máximas históricas, mueren los anticiclones históricos, queman las montañas, las autoridades son optimistas, los evacuados, escépticos. Escépticos escitas nómadas que siempre se mueven en las mismas carreteras, hablan por artilugios, el aire sofoca y los hielos caen rocosos en los vasos. Hablan los diarios siempre con las mismas frases, siempre el mismo titular quema el óxido nitroso con euforia volátil.

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