Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

Tranquilidad

Algunos alcaldes han estrenado el cargo con anuncios que buscan el titular fácil y las redes sociales

Si descontamos el episodio de los regadíos en el entorno de Doñana, que parece haber entrado en vías de rectificación, Juanma Moreno ha sabido esquivar en su primer año de mayoría absoluta la arrogancia, uno de los pecados más habituales de los políticos que suben a la poltrona con triunfos resonantes. Ha sido la excepción que confirma la regla. Desde el Palacio de San Telmo se ha seguido haciendo la política de no romper platos ni meterse en charcos que es marca de la casa. Incluso el nivel de ruido político ha bajado tras la salida hacia Madrid de Elías Bendodo, malo oficial de la anterior legislatura, que ahora ejerce un papel parecido en las grandes ligas nacionales y que brinda a la afición hallazgos tan memorables como el de las “matemáticas de Estado” con el que esta semana ha querido justificar las diversas reglas de medir que está aplicando Alberto Núñez Feijóo a sus siempre complicadas relaciones con Vox.

No debería tardar Juanma Moreno en impartir un cursillo de moderación y apaciguamiento a sus ocho alcaldes de capitales que acaban de tomar posesión de sus cargos. En las ciudades en las que el PP ha arrebatado el bastón de mando a los socialistas es perceptible un deseo de hacer tabla rasa con lo anterior, que en algunos casos parece impregnado de un sentimiento de venganza. Los ciudadanos necesitan saber cuanto antes que algo ha cambiado en el gobierno de sus ciudades. Pero ello no justifica que se anuncien a bombo y platillo medidas más efectistas que efectivas sobre cuestiones que no están en el meollo de los grandes problemas a resolver ni de los retos de futuro, por mucho que esas medidas tengan mucha facilidad para colarse en los titulares y las redes sociales.

En medio del barullo nacional, cada día más estridente según se acerca el 23 de julio, Andalucía se parece a una isla a la que las tensiones llegan amortiguadas. El PP se ha metido en un lío mayúsculo, como era más o menos previsible, por sus obligados pactos con Vox. Lo peor, para ellos, es que con los criterios diferentes que se aplican según los territorios Feijóo proyecta una imagen que va desde la incoherencia a la falta de autoridad para mantener una postura unitaria en todo el Estado. Andalucía tiene la inmensa suerte de que Vox está destinada a jugar un papel residual y testimonial en el debate autonómico y no ha tenido posibilidad de tocar poder en los grandes municipios. Los alcaldes populares harían bien en aprovechar esta circunstancia y el desnorte que presenta el PSOE andaluz para centrarse en las cuestiones que de verdad marcan una gestión. No necesitan hacer ruido.

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